Palabras a una esposa desvelada.
Hoy, sábado primero de marzo, a las seis y treinta y cinco minutos de la mañana y en la penumbra de nuestra habitación, mi esposa, de repente y sin preparación previa me lanzó una reflexión. Yo me hallaba en esos instantes en que aún uno no llega a ser persona porque la soñolencia nos invade los sentidos, y la voluntad, al igual que los motivos, debemos encontrarlos entre las caóticas sábanas que a estas altura no tienen principio ni fin; si normalmente me cuesta encontrar el norte , qué puedo esperar en estas intempestivas horas en que mi orientación permanece dormitando. En esta eclosión del amanecer, en este amodorramiento de los músculos, en esta incertidumbre de si me levanto para correr o si directamente me pongo a escribir, o en estos complicados in...