CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
ROSA Y EL TAXISTA -- 18 -- No lograba concentrarme, pero hice un esfuerzo bastante cercano a lo sobrenatural y terminé el examen justo a tiempo. Este día el centrarme en el análisis de una tragedia me produjo nauseas. ¡Tengo que ver a mi abuela! Fue el primer pensamiento que se me cruzó por la mente nada más salir del decanato. ¡Voy a casa! No lo pensé dos veces, y fui en busca del autobús porque necesitaba llegar al barrio. El recorrido se me hizo eterno. Tuve la sensación que jamás alcanzaría la casa de mi abuela, y mientras más transcurrían los minutos el nudo en mi garganta se hacía mayor. El tragar fue una odisea mucho mayor que la propia tragedia. Al doblar la esquina y enfrentarme con la calle de mi abuela comprendí que el barrio no era el mismo. Una aglomeración