CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
ROSA Y EL TAXISTA -- 13 -- Las ilusiones se me vinieron abajo cuando supe que Rosa había visitado en la cárcel a Ramón, por un instante sentí que los sentimientos de mi amiga jamás cambiarían respecto a este hombre que bien poco la valoraba como persona. Si Ramón chistaba, allí estaba Rosa, bajo sus pies, suplicándole, mendigándole amor, a este ser que no es más que un maltratador, sin el menor respeto por ella y por la hija de ambos, pero nada podía hacer que no fuese aconsejarla, y bien se sabe que los consejos en estas circunstancias no son escuchados para nada, porque el sujeto que debe escucharlo lo ignora, y por otra parte, por mi implicación sentimental con ella, no era la persona más indicada para recomendarle esto, lo otro, o aquello. Así que viendo que Rosa no estaba dispuesta a t