---- EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA --
(Capítulo XXXVII)
Hoy estuve por el centro de la
ciudad y no es la que conocí en mis años de juventud. En un principio no fue
más que un modesto pueblo con ansias de expansión. Con el tiempo creció y alcanzó
otra categoría. Posiblemente mis ojos no vean de la misma forma que hace
cincuenta años pero creo que la ciudad
ha cambiado en todos sus aspectos. No les puedo decir si para bien o para mal,
pero en su conjunto todo es diferente.
Pensaran que esta vieja
decrépita viene siempre con sus delirios y nos quiere convencer con sus
palabras ya caducadas. ¡Puede ser, puede ser! ¡Pero sigo pensando que la ciudad
no es la misma! Los viejos edificios como yo, se mantienen en pie para
demostrar que el tiempo no ha pasado por sus cimientos y aún pueden ser útiles.
Las mismas calles han perdido el olor de antaño que aún retengo en la memoria. Hablo
de esos olores que en algún momento se mezclaron entre sí; simples olores que
se difuminaron en el viento, y sin saber, se alejaron de la ciudad junto con mi
juventud. ¡La ciudad no es la misma, naturalmente que no! ¡La ciudad ha
cambiado, pero yo también!
Creo que ahora la ciudad es
esplendida, pero en su modernidad ha olvidado el romanticismo de aquellos años.
Si buscara un símil para comparar la de antes con la de ahora, creo que esta ciudad
ha perdido su elaboración a mano.
No están las amplias y
desnudas esquinas, las que siempre terminaban en callejuelas donde los pequeños
jugaban libremente. Los comercios de
siempre, los que llegaron antes que la misma ciudad, se han marchado, ahora no
están. ¡Puede parecer una falacia, pero no he visto ningún perro en los alrededores! ¡Me
contaron, que cuando sustituyeron del mobiliario público los postes de madera que utilizaban los canes para olfatear y levantar una de sus patas traseras, decidieron dejar de tener descendencia! ¡Ahora estos postes son moles de hormigón!
El viejo organillo con sus
melodías de siempre, hacía más ameno el paseo por sus calles. Esta encantadora
musiquilla se quedará por siempre en el recuerdo de algunos pocos que todavía deambulamos
por aquí; somos pocos pero seguimos. ¡Su música siempre la recordaré! ¡Esto es un secreto, en la intimidad, muchas noche, mis
pies comienzan a moverse al ritmo de sus notas, cuando tarareo alguna melodía ! ¡Es hermoso, muy
hermoso!
Todos, los caballeros con sus
sombreros y sus bastones, las damas con sus sombrillas y sus abanicos, los niños
con sus pelotas de trapos, las flores con sus colores, y todo lo que la época
trajo a esta humilde ciudad no están, se quedaron en el pasado. ¡Mi ciudad, la
que vi crecer desde sus comienzos, ahora se ha pasado en su elaboración, ya no
es artesanal!
Esta aplastante ciudad sepultó
bajo el asfalto, los sólidos y torcidos raíles de los tranvías que circulaban
cuando era una moza. Del único tranvía que me trajo y me llevó por mucho tiempo
a mi trabajo y al encuentro con mi caballero. ¡No puedo borrar de la memoria mi
primer día de trabajo! ¡Creo que nunca lo olvidaré! ¡Ya sé que he contado mi viaje
en el tranvía y el encuentro con mi amado; pero falta lo mejor, el final!
¡El viaje de mis padres no lo
olvido, es el comienzo de mi historia! ¡Es hora de poner el cuerpo en
horizontal y descansar los ojos! ¡Hasta mañana mis nietos!
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUE.
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