MEMORIAS DE UNA JOVEN
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¡Hoy será mi día! Se dijo la
joven y puso en marcha todo su potencial para que así fuese. Por esta vez pensó
que si en su vida había algún problema o dificultad ella sería la única que
tendría en sus manos una solución positiva. Contra cualquier pronóstico decidió
que saldría a la calle sola, sin el acompañamiento de una amiga que le podría
hacer sombra en el momento justo. Siempre había escuchado que mejor se está
solo que mal acompañado, y como su problema, por llamarlo de alguna manera
tenía mucho que ver con el acompañamiento, se reafirmó en su propósito para
obtener la soledad, que pensaba que a la larga le traería una compañía adecuada.
Estar sola para llegar a un encuentro es contradictorio por su parte, pero no
le pondría trabas a la imaginación en esta ocasión, cualquier plan por muy
descabellado que le pareciese, será mejor que tener ninguno, hasta ahora lo que
había probado no le resultó, pues entonces ahora probaría si fuese preciso un
imposible, una situación al límite si fuese posible con tal de alcanzar su
objetivo. Sin pensarlo lo primero que acudió a su cabeza fue el diablo, si
fuera factible haría un pacto con él con tal de estar toda una noche con alguien
que al menos la tuviese en cuenta.
Era fin de semana cuando
nuestra joven tomó una decisión. Un fin de semana más para cualquier persona acostumbrada a los planes y las citas
rutinarias de dichos días, pero no para nuestra solitaria joven que decidió
enfrentarse al mismo con todo el valor que contaban sus insuficientes años. La
joven determinó que se tomaría el día, todo el día para condicionar su cuerpo y
su mente antes que la noche cayese. Como nunca lo había hecho no sabía muy bien
por dónde comenzar, complacer el cuerpo y a la mente, es una labor al menos
engorrosa, así que pensó que por alguna parte debía comenzar, y no hay nada
mejor para estimular el cuerpo que un entrenamiento profundo. Cultivar el
cuerpo lleva esfuerzo y tiempo, pero esta vez no le daría esperanza. Se limitaría
a entregarse a la disciplina rigurosa de un ejercicio disciplinado. La joven soñaba
con un encuentro amoroso en toda regla, y al decir encuentro amoroso en toda
regla la joven se refería a toda la parafernalia que acompaña estos lances.
Ella deseaba comenzar como todas, o al menos por un idílico principio en
que un cruce de miradas es suficiente para activar toda la sangre del cuerpo y
concentrarla en un lugar determinado de la persona involucrada, mirar y que nos
miren con toda la intención del mundo de desearnos, era lo primero que deseaba
nuestra joven por encima de romanticismos estériles que de por sí tampoco había
experimentado. Tenía en sus recuerdos algunas escenas de películas donde la
protagonista es engullida visualmente por el galán. Una mirada provocadora y
penetrante que rompiese todos sus esquemas establecidos hasta el momento.
¡Quiero que me deseen, sin importarme cómo ni cuándo! Y así se desnudó para
mirarse en el espejo.
Continuará…………………
Fotos: ara.
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