CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
Rosa y el Taxista
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¡Vengo de la universidad agente, he tenido un examen, una tragedia griega……..y
no sé lo que está sucediendo…….debo saber si mi amiga Rosa está bien!
Cada palabra que pronunciaba el
agente la anotaba en su cuaderno.
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¡Tenía alguna relación con………!
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¿Tenía, agente, tenía es pasado, de que me está hablando, quién ha muerto,………..se
lo pido por favor?
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¡Ciudadano, usted nada más escuche y responda, soy yo quien hace las preguntas!
¿Tenía alguna relación con sus vecinos?
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¡Sí, naturalmente, son mis vecinos, y Rosa y la niña son…..no sé cómo
decírselo, son…….muy, las queremos mucho……..para nosotros…….!
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¿Quiénes son “nosotros” ciudadano? –preguntó el agente algo molesto.
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¡Es decir agente, para mi abuela y para mí! ¡Mi abuela ha cuidado mucho tiempo
a la pequeña, y Rosa es mí……! –las palabras se me agolpaban en el pecho pero
estaban reacias a salir de mi garganta.
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¿Es su qué? –preguntó el agente con firmeza.
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¡Es mi…..amiga, mi amiga desde que éramos niños agente!
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¿Su amiga? ¿Nada más que su amiga? –el hombre insistía con malicia.
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¡Sí, mi amiga agente! ¡Si me pregunta si hemos sido novios, no, no hemos sido
novios! ¡El amor de Rosa siempre ha sido Ramón, pero él es un hijo de puta que
no se merece……..!
Esta vez me fue imposible
contener la rabia acumulada durante todos estos años en referencia a Ramón, a
este desgraciado que solamente ha hecho de la vida de Rosa un calvario. Sí, el “hijo
de la gran puta” que siempre ha tenido en sus manos la juventud, la inocencia,
el candor, las ilusiones, las esperanzas, y la propia vida de la infeliz de
Rosa, una mujer destrozada y perdida en el infinito de las dudas. Una mujer repleta de malos recuerdos, de lesiones por
todo el cuerpo, y de culpabilidad. Una mujer perdida para siempre, y que
seguramente jamás se encontrará.
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¡Lo que usted está diciendo ciudadano es……….!
El agente no terminó la frase
porque el grupo de policías que se encontraba en los bajos de la casa de Rosa
corrieron en dirección a la puerta de entrada. Algo estaba pasando.
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¡Ciudadano, entre en su casa, cualquier cosa lo llamaremos! ¡Manténgase
comunicado……!
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¡Pero agente que es lo que………!
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¡Haga lo que le digo y nada más! ¡Entré!
De un golpe me introdujo en mi
propia casa y salió corriendo. Cruzó la calle, y se encaminó hacia donde
estaban sus compañeros.
Yo no podía hacer nada, así
que decidí subir las escaleras lo más rápido que pude y desde mi balcón
observar la casa de Rosa. Los policías no podían controlar todos los ventanales,
puertas y balcones del barrio; así que desde la sombra, oculto detrás de las persianas
de mi balcón, abrí lo más que pude los ojos y esperé. Esperé lo peor.
Un grupo de policías hicieron
un cordón alrededor de la entrada de la casa de Rosa. Intentaron con sábanas
ocultar la escena, pero desde mi posición en las alturas, apreciaba los
primeros escalones que daban acceso a la casa de Rosa sin ninguna dificultad.
………¡Veo a un hombre del personal médico que está bajando las escaleras de
espaldas, y en las manos lleva………..una camilla, Dios, es verdad, una camilla, y
en una camilla solamente llevan a un enfermo o a una persona,……..¿muera?.………! ¡Lo
sabía, lo sabía, sabía que esto no terminaría bien! ¡Rosa, no…………..!
Sobre
la camilla un cuerpo, un cuerpo tapado con una manta blanca. Un voluminoso y
extenso cuerpo. ¿Es un voluminoso y……..? ¡Entonces no puede ser Rosa, porque
ella es menuda y más bien pequeña!
Continuará………………….
fotos: ara.
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