CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO

                       
                   
                                            ROSA Y EL TAXISTA

                                                            -- 18 --


                 No lograba concentrarme, pero hice un esfuerzo bastante cercano a lo sobrenatural y terminé el examen justo a tiempo. Este día el centrarme en el análisis de una tragedia me produjo nauseas. ¡Tengo que ver a mi abuela! Fue el primer pensamiento que se me cruzó por la mente nada más salir del decanato. ¡Voy a casa! No lo pensé dos veces, y fui en busca del autobús porque necesitaba llegar al barrio.
                 El recorrido se me hizo eterno. Tuve la sensación que jamás alcanzaría la casa de mi abuela, y mientras más transcurrían los minutos el nudo en mi garganta se hacía mayor. El tragar fue una odisea mucho mayor que la propia tragedia.
                 Al doblar la esquina y enfrentarme con la calle de mi abuela comprendí que el barrio no era el mismo. Una aglomeración de personas permanecía a ambos lados de las aceras, y en nuestra calle, un cordón y varios coches policiales impedían el acceso.
__ ¿A dónde va, no se puede pasar? –me dijo un policía disuadiéndome a continuar.
__ ¡Yo vivo allí, en aquel balcón que ve! ¡Esta es mi casa………, la casa de mi abuela! --mi voz comenzó a temblar-- ¿Ha pasado algo agente? –le pregunté con desconcierto.
__ ¡Se ha cometido un asesinado, y no puedo decir nada más! ¡Enséñeme su documentación, si en  ella aparece esta dirección podrá pasar, pero antes mi compañero tendrá que hacerle algunas preguntas!
                 ¿Un asesinato? ¡Rosa! ¡La niña! No pensé en nadie más que en ellas dos. Yo no soy creyente pero le supliqué a dios, a ese dios que todos llevamos oculto en el subconsciente para momentos como este, que me borrase de la cabeza cualquier pensamiento que haya podido tener en referencia a Rosa y la pequeña; y si de verdad existía en el cielo, como muchos le profesaban, que fuese otra persona la víctima del asesinado y no ella. Lo que he dicho no está bien, pero es lo que siento con sinceridad. Me gustaría que no fuese nadie, que simplemente haya sido un síntoma de alarma por parte del policía que se encontraba en la barrera, nada más que eso; pero si desgraciadamente hay una o varias víctimas………..por Dios,……Rosa y la pequeña no. Mi amiga rosa, mi oculto amor no.
__ ¡Tome, puede pasar, todo está en regla! ¡Agente acompañe al joven hasta la puerta de su casa y hágale las preguntas de rigor!
__ ¡Lo que usted diga teniente!
                 Uno de los policías que se encontraba junto al teniente se dirigió a mí y me invitó a seguirlo.
                 Caminamos con paso doble. Diez metros más adelante. En los bajos. Debajo del balcón de Rosa. Una patrulla, dos coches de la policía científica, una ambulancia, y una furgoneta negra, atiborraban el espacio. Más de una docena de personas entre agentes, médicos, y al parecer funcionarios del ministerio del interior, pululaban de un lado a otro comentando entre ellos, escribiendo, y sacando y metiendo instrumental profesional en los coches.
__ ¡No se entretenga y continúe……..ciudadano! ¡Continúe! ¡No es su problema, o al menos eso veremos! ¡Cómo vive frente a la casa de los hechos……..debo hacerle algunas preguntas! ¿Le parece bien? –y se detuvo frente a la puerta de mi abuela.
__ ¿Pero qué es lo que ha pasado agente? ¿Quién ha sido? –le pregunté con un nudo en la garganta.
__ ¡Al parecer es un asesinato, la investigación expondrá los matices, y no puedo decirle más! ¿Dónde se encontraba usted en las horas……….?
                 Y no escuché nada más. Fuese lo que fuese es una tragedia, una verdadera y real tragedia. ¡Una tragedia, que si es lo que estoy pensando……….!
                                 

Continuará………………….


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