CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
ROSA Y EL TAXISTA
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No lograba concentrarme, pero
hice un esfuerzo bastante cercano a lo sobrenatural y terminé el examen justo a
tiempo. Este día el centrarme en el análisis de una tragedia me produjo
nauseas. ¡Tengo que ver a mi abuela! Fue el primer pensamiento que se me cruzó
por la mente nada más salir del decanato. ¡Voy a casa! No lo pensé dos veces, y
fui en busca del autobús porque necesitaba llegar al barrio.
El recorrido se me hizo
eterno. Tuve la sensación que jamás alcanzaría la casa de mi abuela, y mientras
más transcurrían los minutos el nudo en mi garganta se hacía mayor. El tragar
fue una odisea mucho mayor que la propia tragedia.
Al doblar la esquina y enfrentarme
con la calle de mi abuela comprendí que el barrio no era el mismo. Una
aglomeración de personas permanecía a ambos lados de las aceras, y en nuestra
calle, un cordón y varios coches policiales impedían el acceso.
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¿A dónde va, no se puede pasar? –me dijo un policía disuadiéndome a continuar.
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¡Yo vivo allí, en aquel balcón que ve! ¡Esta es mi casa………, la casa de mi
abuela! --mi voz comenzó a temblar-- ¿Ha pasado algo agente? –le pregunté con
desconcierto.
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¡Se ha cometido un asesinado, y no puedo decir nada más! ¡Enséñeme su documentación,
si en ella aparece esta dirección podrá
pasar, pero antes mi compañero tendrá que hacerle algunas preguntas!
¿Un asesinato? ¡Rosa! ¡La
niña! No pensé en nadie más que en ellas dos. Yo no soy creyente pero le supliqué
a dios, a ese dios que todos llevamos oculto en el subconsciente para momentos
como este, que me borrase de la cabeza cualquier pensamiento que haya podido
tener en referencia a Rosa y la pequeña; y si de verdad existía en el cielo,
como muchos le profesaban, que fuese otra persona la víctima del asesinado y no
ella. Lo que he dicho no está bien, pero es lo que siento con sinceridad. Me gustaría
que no fuese nadie, que simplemente haya sido un síntoma de alarma por parte
del policía que se encontraba en la barrera, nada más que eso; pero si
desgraciadamente hay una o varias víctimas………..por Dios,……Rosa y la pequeña no.
Mi amiga rosa, mi oculto amor no.
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¡Tome, puede pasar, todo está en regla! ¡Agente acompañe al joven hasta la
puerta de su casa y hágale las preguntas de rigor!
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¡Lo que usted diga teniente!
Uno de los policías que se
encontraba junto al teniente se dirigió a mí y me invitó a seguirlo.
Caminamos con paso doble. Diez
metros más adelante. En los bajos. Debajo del balcón de Rosa. Una patrulla, dos
coches de la policía científica, una ambulancia, y una furgoneta negra, atiborraban
el espacio. Más de una docena de personas entre agentes, médicos, y al parecer
funcionarios del ministerio del interior, pululaban de un lado a otro comentando
entre ellos, escribiendo, y sacando y metiendo instrumental profesional en los
coches.
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¡No se entretenga y continúe……..ciudadano! ¡Continúe! ¡No es su problema, o al
menos eso veremos! ¡Cómo vive frente a la casa de los hechos……..debo hacerle
algunas preguntas! ¿Le parece bien? –y se detuvo frente a la puerta de mi
abuela.
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¿Pero qué es lo que ha pasado agente? ¿Quién ha sido? –le pregunté con un nudo
en la garganta.
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¡Al parecer es un asesinato, la investigación expondrá los matices, y no puedo decirle
más! ¿Dónde se encontraba usted en las horas……….?
Y no escuché nada más. Fuese
lo que fuese es una tragedia, una verdadera y real tragedia. ¡Una tragedia, que
si es lo que estoy pensando……….!
Continuará………………….
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