"EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA"




( CAPÍTULO I)




"No recuerdo del todo bien, pero creo que ocurrió por los años veinte, sí, para finales del veinte, cuando el ciclón del veintiséis. Lo recuerdo muy bien porque estaba en la ventana del portón mirando a todos los que pasaban frente a mi casa, cuando una ráfaga de viento llegó de un soplo a la cara y los ojos se llenaron de polvo del camino. Todo se puso negro en un instante, todo, dejé de tener delante de mí la luz y no recuerdo nada más. Hasta que un diminuto resplandor me dejó mirar, lo vi entre la niebla y las gentes que corrían de un lado a otro. Llegó con su traje de dril blanco, su sombrero de panamá, y sus zapatos de dos tonos. Fue la visión que no se espera, pero que alguna vez se ha soñado. Seguramente pensarán, que vieja más sentimental y añeja; pero por primera vez el viento llegó de frente y entró por mis manos hasta poner en guardia cada uno de mis bellos. Sentí que algo se había quebrado en mí, y estaba segura que era para bien. Después de este pequeño instante, sólo una cosa tenía bien clara, no estaba dispuesta a renunciar a este placer de los sentidos. Mi única preocupación estaba, en atraer la atención del misterioso caballero. El abuelo llegó altivo. Era un hombre muy elegante y muy serio. La ráfaga de viento siguió hasta el final de la calle de un golpe y la silueta del abuelo apareció de entre el polvo y las casas. En esta época las señoritas no podían estar mucho tiempo en las ventanas, porque no estaba bien visto; aunque yo siempre buscaba con la mirada a mi madre para robarle tiempo al instante. El ciclón fue el benefactor de mis sueños y el cómplice de mis años. Mi madre llegó con la orden que sabía pero que no quería escuchar, justo en el momento que el caballero llegaba a la altura de mi ventana. Las miradas se cruzaron en sentido contrario, pero cada uno supo de la existencia del otro. Fue cuando mi madre de un golpe cerró la ventana ¡Qué recuerdos me vienen, cuando pensaba que la memoria había olvidado! La memoria, porque yo los recordaré por siempre. Ahora tengo que descansar mis queridos nietos, la próxima semana, conocerán a mi caballero. Y recuerden que sonreír abre los sentidos. Un beso de la abuela nena.




" El abuelo estuvo muchas semanas pasando por delante de la ventana. No recuerdo cuantas fueron en total, pero para mí una eternidad. La semana en que el ciclón fue más cruel, el abuelo habitó en la otra punta de la calle, porque el viento no lo dejaba llegar hasta la ventana, que por otra parte mi madre mantenía cerrada; pero yo siempre hacía lo imposible por mirar entre las persianas. Pero allí estaba él, con su sombrero de panamá, completamente calado por el agua, y sus zapatos de dos tonos que ahora tenían un solo color. Muchas veces pensé que no lo vería más. Mi madre mantenía su estricto control.



__¡ Si sigues sacando la cabeza, con la tormenta que hay, la perderás ! ¡ Entra por favor, que el mundo se podrá salvar sin tí !



Mis queridos nietos, gracias a dios, que nunca mi madre sospechó y siempre pensó que era una idealista. Lo era, pero mi ideal no era más que el hermoso caballero.

Después que pasó lo más crudo del ciclón, su imagén se hizo permanente en la calle de enfrente a mi ventana. Un día se quitó el sombrero y se inclinó para hacerme una reverencia. Fue la confirmación de que yo existía para él.

Así, cada día, tomaba su sombrero lo llevaba a su pecho y hacía una inclinación. Con los días se sentía más seguro y jugaba con él. Se lo ponía y se lo quitaba, se lo quitaba y saludaba; pero no solamente a mí, a todas las mujeres que pasaban a su lado.



__¡ Buenos días señoritas ! ¡ Hace mucho calor hoy ! ¡ La mañana está radiante !



Palabras tras palabras......¡que calor! tenía mis sentidos en una cuerda floja. El abuelo sabía que el primer paso estaba ganado, que yo correpondía a sus atenciones y lo siguiente llegó por su propio peso. El segundo paso, era encontrar la forma de un contacto más directo. Lo mejor eran las "chinas", las pequeñas piedrecitas que se nos meten en los zapatos para hacernos perder el equilibrio. Tambien se utilizaban los granos de maíz.

Lanzaba una piedrecita a la ventana, si no respondía, el abuelo utilizaba la boca. No sean mal pensados, que todo lo veo.



__¡ Pisssss,pisssss !



Si no funcionaba, silbaba. Yo salía a la ventana buscándolo con la mirada y él reía de oreja a oreja. ¡ Cuantos recuerdos ! Es muy tarde y me tengo que tomar la pastilla de la memoria. En la próxima semana les contaré el susto que pasé......Y recuerden mis nietos, que sonreír abre los sentidos. Un beso de la abuela nena."


" El abuelo estuvo muchas semanas pasando por delante de la ventana. No recuerdo cuantas fueron en total, pero para mí una eternidad. La semana en que el ciclón fue más cruel, el abuelo habitó en la otra punta de la calle, porque el viento no lo dejaba llegar hasta la ventana, que por otra parte mi madre mantenía cerrada; pero yo siempre hacía lo imposible por mirar entre las persianas. Pero allí estaba él, con su sombrero de panamá, completamente calado por el agua, y sus zapatos de dos tonos que ahora tenían un solo color. Muchas veces pensé que no lo vería más. Mi madre mantenía su estricto control.



__¡ Si sigues sacando la cabeza, con la tormenta que hay, la perderás ! ¡ Entra por favor, que el mundo se podrá salvar sin tí !



Mis queridos nietos, gracias a dios, que nunca mi madre sospechó y siempre pensó que era una idealista. Lo era, pero mi ideal no era más que el hermoso caballero.

Después que pasó lo más crudo del ciclón, su imagén se hizo permanente en la calle de enfrente a mi ventana. Un día se quitó el sombrero y se inclinó para hacerme una reverencia. Fue la confirmación de que yo existía para él.

Así, cada día, tomaba su sombrero lo llevaba a su pecho y hacía una inclinación. Con los días se sentía más seguro y jugaba con él. Se lo ponía y se lo quitaba, se lo quitaba y saludaba; pero no solamente a mí, a todas las mujeres que pasaban a su lado.



__¡ Buenos días señoritas ! ¡ Hace mucho calor hoy ! ¡ La mañana está radiante !



Palabras tras palabras......¡que calor! tenía mis sentidos en una cuerda floja. El abuelo sabía que el primer paso estaba ganado, que yo correpondía a sus atenciones y lo siguiente llegó por su propio peso. El segundo paso, era encontrar la forma de un contacto más directo. Lo mejor eran las "chinas", las pequeñas piedrecitas que se nos meten en los zapatos para hacernos perder el equilibrio. Tambien se utilizaban los granos de maíz.

Lanzaba una piedrecita a la ventana, si no respondía, el abuelo utilizaba la boca. No sean mal pensados, que todo lo veo.



__¡ Pisssss,pisssss !



Si no funcionaba, silbaba. Yo salía a la ventana buscándolo con la mirada y él reía de oreja a oreja. ¡ Cuantos recuerdos ! Es muy tarde y me tengo que tomar la pastilla de la memoria. En la próxima semana les contaré el susto que pasé......Y recuerden mis nietos, que sonreír abre los sentidos. Un beso de la abuela nena."














(CAPÍTULO VII)

Esta semana siento que los días han marchado más deprisa de lo acostumbrado. Posiblemente después de tantos años acumulados la hora de marchar se esté acercando. Pero ustedes, mis queridos nietos no estén en nada preocupados, porque cuando comience la hora del viaje vosotros seréis los primeros en saberlo. Tendré que encontrar la forma de comunicarme con todos. Estoy pensando en algo pero no sé si pueda funcionar.Cuando llegue el momento lo pondré a prueba. Vamos ahora a lo nuestro. La última vez quedamos cuando mi padre abrió la puerta.
       Yo estaba por casualidad, sin que mi padre lo notara, en el salón. Con un plumero hacía ver que el polvo no hacía estancia en los muebles, a la vez que mi mirada se escapaba por descuido a la puerta.Creo que fue muy evidente. Mi caballero quedó en una pieza cuando mi padre le dijo que había llegado siete minutos después de lo acordado. Mi padre lo tomó por el hombre y con una palmada al descuido, casi lo obligó a entrar.

__ ¿Usted es el caballero que hace algún tiempo ronda mi casa? ¡Venga, entre y tome asiento!

El don de mi padre, es ir al grano, en el primer momento. Con respeto, y directo, va a la pregunta que le interesa. Quiero decir, que mi caballero es el primer hombre que entra en ésta casa con una intención no comercial, y para mi padre esta situación es nueva. Soy su única hija, y esto es todo un acontecimiento para la familia. Mi padre sin tener experiencia en el tema, sabe transformar el desconocimiento en virtud.

__ ¿Quiere beber algo?

Esta pregunta va con doble intención. La primera, si lo acepta; la segunda, qué prefiere de lo que le ofrece mi padre. Mi padre dice, que por el simple hecho de tomar una u otra decisión, se sabe las verdaderas intenciones del pretendiente.

__ ¿Quiere una copa?-- mi padre hizo una pausa intencionada-- ¡Prefiere una limonada o un café!

Una pequeña, pero juguetona gota de sudor hizo presencia en la sien de mi caballero. Tragó en seco y mirando a mi padre dijo:

__ ¡Si no es molestia, un vaso de agua, por favor!

Mi padre lo miró directamente a los ojos, respiro profundamente y con un gesto de complacencia en la mirada, le contestó:

__ ¡Claro que sí, en un momento se lo trae mi hija! ¡Nena, tráigale usted un vaso de agua al caballero, mi corazón!

Sin saberlo, había ganado el primer combate. Un hombre se conoce por lo que pide la primera vez que se presenta en una pedida de mano, era lo que decía mi padre. Después de esto llegaba el momento de la pregunta esperada.

__ ¡A qué se dedica usted!

Por el estudio no se preguntaba en mi época. Un buen pretendiente debe estar en las mejores condiciones para enfrentar un posible futuro.

__ ¡Trabajo en una imprenta! ¡ De libros..........hago libros.......linotipista impresor, pero...........escribo en las noches! ¡Quiero ser inventor de historias!

Las últimas palabras, salieron de su boca, con una energía desbocada; con la misma fuerza y pasión que imprimía a las piedras que incrustaba en mi ventana. Mi boca se expandió en toda su extensión. Sus palabras adormecían mis sentidos y dilataban mi piel. La cadencia de sus palabras llegaba a mis oídos como bálsamo milagroso.

__ ¡Está muy bien, pero el trabajo lo primero! ¿Cuánto tiempo llevas de aprendiz?
__ ¡No señor, soy oficial! ¡Desde muy pequeño aprendí los oficio de la imprenta! ¡Trabajo con responsabilidad. Es el mejor trabajo que pudiera tener! ¡Siempre tengo en mis manos un libro!

Mi padre lo contemplaba con curiosidad, pero algo en él le inspiraba confianza. Nunca antes había conocido un hombre con estas ideas, mientras no sean ideas subversivas, se pueden tolerar, decía mi padre.

__ ¡Caballero, cuál es su intención con mi hija!

Fue la pregunta que estaba esperando desde hacía una eternidad. Ahora las palabras de mi caballero serían medidas en toda su extensión. Mis piernas estaban soportando un peso que en cada minuto se hacía mayor. El peso de mi futuro con mi gran amor....... Tengo que ir a la cama........estoy algo cansada..........la semana próxima.........tendrán noticias mías.

Un abrazo mis queridos nietos.




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