¡EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA!




                                                    (CAPÍTULO XLV)

                Mis queridos nietos mi padre y los demás no llegaron. El sol dejaba su poder sobre el cemento del embarcadero y el pequeño grupo donde se encontraba mi madre no sabía el rumbo que tomar. Los niños estaban sedientos. Los hombres desmoralizados. Los ancianos, simplemente no permanecían en el presente; se perdieron en el pasado buscando una salida a esta locura que emprendieron con tan largos años, y con tan poca salud. A mi madre se le extravió su pasión y por primera vez en su vida, no sabía qué hacer con su existencia. ¡Perdida en un país que se le ha revelado de una forma que no esperaba! ¡En una situación límite! ¡Sin recursos, y con muchas bocas en busca de una ilusión!
                Pasaron muchos años, pero muchos, para que mi madre me contara la verdadera situación en que se encontraron al llegar a tierra. Mi padre desapareció con los otros y no supieron nada más de ellos. Al segundo día sabían que esperar, sería algo parecido a un suicidio. Mi madre se quedó sin decir nada con la mirada perdida por el largo pasillo. --¡La policía!-- Fueron sus palabras. Mi padre le prometió que regresaría, y en el poco tiempo que estuvo con él en cubierta, vio en sus ojos la sinceridad. --¡Estoy segura que algo les ha pasado! – Así reflexionó mi madre, pero los demás no se inmutaron con sus palabras.
__ ¡Tenemos mucha hambre!-- Dijo un hombre que se encontraba en una de las esquinas del grupo.
__ ¡Los niños tienen sed!-- Habló la madre del pequeño que enfermó durante el viaje.
__ ¡No podemos esperar más!—Fue la voz tenue de un anciano.
__ ¡Quiero comer!
__ ¡Agua, quiero agua por favor!
__ ¡Nos vamos a morir si continuamos aquí!
__ ¡Este calor nos mata!
__ ¡Mamá me duele aquí!
__ ¿Qué estamos esperando?
__ ¡Seguramente encontraron trabajo y se han olvidado de nosotros!
Las voces se fueron sumando una tras otra hasta completar el pequeño grupo disperso por el suelo. ¡Habían llegado al término de sus posibilidades! Gritaban, vociferaban, se movían sin sentido en el mismo lugar. Unos a otros comentaban la situación; pero ninguno, se refirió a una solución concreta para salir del hueco en que se encontraban. Cada uno miraba al que tenía a su lado, por si se le ocurría alguna idea que los sacara del maldito puerto. Después de unos minutos, mi madre repitió.
__ ¡Hay que llamar a la policía!
__ ¿Qué dice esta mujer?-- Comentó uno de los hombres.
__ ¡Seguramente están en dificultades por culpa nuestra!-- Lo pensaba mi madre.
__ ¡No podemos perder más tiempo! ¿Cree que la policía nos tomará en cuenta? ¡Seguramente que no!—Los hombres posiblemente se pusieron todos de un lado  para que sus palabras tuvieran más fuerzas.
__ ¡Son los únicos que nos pueden ayudar!—Continuó mi madre con su razonamiento.
__ ¡Ya estoy cansado de esperar! ¡Me marcho! ¿Alguien quiere seguirme?—Uno de los hombres se apartó del grupo y dejó caer lo que muchos estaban esperando.
__ ¡Yo voy contigo!
__ ¡Y yo!
__ ¡Yo también!
__ ¡No pienso quedarme aquí!
Todos, uno a uno se fueron sumando al primer hombre que se proclamó portavoz. Los ancianos, los niños, las mujeres, y el grupo en general, se levantaron de un salto del suelo, y tomando lo poco que llevaban, se unieron a los hombres con la decisión de marcharse al instante.
__ ¡Entonces no esperemos un segundo más!
  Las caras comenzaron a cambiar. Se acomodaron los ropajes, y pusieron rumbo a lo desconocido; pero con la seguridad de poseer un preceptor que los conduzca a buen destino. ¡Se marcharon sin decir adiós, y mi madre se quedó completamente sola esperando por mi padre!

Continuará..............................

DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
      
        

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