¡EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA! (Confesión)
(CAPÍTULO XLVI)
Uno nunca sabe por dónde nos
llevará la vida. Pensamos que esto o aquello puede ser el final, y sin darnos
cuento todo vuelve a comenzar. ¡Esto nos sucede mis queridos nietos porque el
ciclo nunca termina! ¡Siempre regresamos a los orígenes de los propios umbrales!
¿Esta abuela Nena hoy se ha levantado con la filosofía en los labios? ¡Puede
que tengan razón! ¿Pero saben una cosa? ¡No me gusta para nada el rumbo que están
tomando las cosas en nuestros días! ¡Sí mis nietos y nietas! ¡El respirar
cuesta, y les cuesta a una inmensidad de personas, que la pagan con la
vida! ¡No me refiero a nada concreto, porque todo, absolutamente todo se muestra
convulso! ¡Una simple decisión nos puede condicionar el rumbo de nuestras
vidas! ¡Piensen que nada es casual, y que las cosas se muestran con injusticia!
¡Estamos a las puertas de una transformación global que nos llevará, no lo
tengo muy claro, pero creo que al comienzo, a los orígenes que les hablaba hace
un momento! ¡Entonces sí sería justo, porque la justicia no es otra cosa que
empezar de la nada, sin elemento de juicio para encausar las acciones
determinantes! ¡Esto es lo que piensa la abuela Nena!
De esta forma los cambios
mundiales tarde o temprano llegan, por gestión de la humanidad, o por el impulso
de la dialéctica. La propia existencia está conjugada a estos desafíos. ¡Mi
padre decidió partir en busca de ayuda, y mi madre optó por la espera! ¡Seguramente
pensaran, qué tendrá que ver la historia de mi vida con los acontecimientos
actuales! ¡Pues mucho! ¡Una decisión! ¡Una simple decisión que modificaría el
presente con consecuencia en el futuro! Mi padre se marchó y mi madre se quedó
esperando. Estas tomas de medidas cambiaron el curso de sus vidas, para bien o
para mal, pero en el instante de los hechos se actuó por puro instinto y lógica.
¡El quedarse con los brazos cruzados esperando por una ayuda que se manifieste
del cielo, o de cualquier poder universal, es simplemente un suicidio! ¡Las
cosas se ganan,
sin espera que se nos confiera el indulto!
Mi padre se perdió por la larga
y ancha explanada del puerto. Mi madre lo esperó, pero hasta que la lógica se interpuso
en sus sentimientos, y decidió ponerse en marcha ella también. Esto es lo que mi
historia, y posiblemente la de vosotros, tengan en común con la realidad. ¡Tomar
decisiones desde uno mismo, comenzando por nuestra casa! El único posible compromiso
del vecino es darnos los buenos días, y no resolvernos los problemas de alcoba.
¡A buen entendedor la abuela se calla...................!
Continuará........................................
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