¡EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA!



(CAPÍTULO LII)
                 El 17 de julio fue el comienzo y principio de todo. Después de esta fecha el país quedó dividido literal y absurdamente en dos. Los que “sí” y los que “no”. El concepto no era abstracto, simplemente se debía tomar partido en uno ú en otro bando. El que intentaba quedar al margen de cualquier decisión, automáticamente era arrastrado sin miramientos a uno de los grupos declarados oficialmente el legítimo. Por esta razón se estaba o no a favor de la nación. ¡La nación! ¡Mis queridos nietos que palabra tan esquematizada para muchos, y tan patriótica para otros tantos!
                 Tenía justamente si mal no recuerdo dos o tres semanas para bordar un pañuelo y dejar sobre él las iniciales con mi nombre y el de mi amor. Cuando Agustín Ramírez me dijo que se marchaba a la guerra, supe que los días serían años y que los domingos dejarían de formar parte de mi existencia. No deseaba pensar en las consecuencias, y mucho menos sacar una conclusión a un hecho que a todos nos desencajó el orden continuo de los días. Mi caballero se marchaba al frente, pero mi padre también, al igual que el vecino, o el avejentado carbonero  que mi madre esperaba cada mañana de invierno para comprarle un poco de su producto. ¡Los actos y no actos! ¡Todos los hombres debían dar si fueran necesarias sus vidas por unos conceptos que algunos pocos habían conseguido elevarlos al grado de patria!
                 ¡No puede ser que no te vea más mi amor! ¡Dejaba mis lágrimas con premura sobre el bordado, las dejaba con toda intención para que mi llanto lo protegiera de una bala traidora! ¡Una bala que bien podía ser la del vecino, o del marchito carbonero, e inclusive de mi propio padre, que siempre estuvo en contra de las armas que defienden posturas en provecho del poder! ¡Lo pensé y sigo pensando, que son muy injustas las decisiones de los que ordenan acciones en nombre de un ideal para que la mayoría ejecute lo imposible! --¡Porque la nación o la patria necesitan de nosotros!-- ¿Qué nación y que patria que tantos unos como otros están dispuestos a destrozar con sus cabezonerías? ¡Sin pensar que la nación y la patria son sus habitantes, lo demás, es pura torpeza segregada!  
                 Terminé a tiempo los pañuelos. Dos pañuelos como los dos bandos que dividieron el país en la fecha  señalada. En un pañuelo hilvané con letras rojas el nombre de mi amor, en el otro, con letras negras Nena, única y simplemente Nena. En el andén antes de partir, le coloqué dentro del bolsillo de su chaqueta militar el pañuelo con mi nombre. Agustín Ramírez………, el pañuelo rojo, lo guardé en mi escote, entre el corazón y el sitio justo en que guardo las esperanzas y la rabia contenida.

                      
Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
                    

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