"El primer amor de la abuela Nena"
(CAPÍTULO LX)
A menos de unos treinta metros de
donde estábamos se encontraba el otro asaltante de caminos dominando con su
sexo a la siguiente de las hijas, la del medio por edad. La indefensa niña se
debatía en librarse de su agresor, y del descontrolado ataque de nervios que le
sobrevino de repente. La pequeña no pasaba seguramente de los diez años y con
toda seguridad estaba viviendo la experiencia más traumática de su corta vida. Un
desgraciado estaba destrozando su inocencia.
Mi madre no había atacado,
se encontraba agazapada esperando el mejor momento porque no quería fallar. Este
segundo hombre se mantenía en pie, y sobre un árbol caído en el bosquecillo lanzó
a la pequeña boca abajo para dominarle mejor. De pie este degenerado era mucho,
pero mucho más grande que mi madre, por lo cual estaba completamente en
desventaja. Para golpearle en la cabeza, que es donde más daño le podía hacer,
le costaría mucho trabajo porque apenas llegaba a alcanzarlo, y si el hombre no
cae al suelo, porque el golpe de mi madre no es certero o suficiente, todo
estará perdido para esta familia y para nosotras; así que decidió mantenerse
oculta esperando su oportunidad.
__ ¡Madre aquí estamos! –Le dije
en susurro nada más llegar.
__ ¡Muy bien porque necesito
ayuda! ¿Puedes tomar un madero en tus manos? –Le preguntó a la joven.
__ ¡Sí! –Con una escueta y débil
afirmación contestó.
__ ¡Búscale uno Nena! –Me dijo mi
madre.
En un rápido sondeo con la
mirada a nuestro alrededor, me encontré con varios para poder escoger. Fuimos a
por él, el que parecía más sólido, pero a la vez el más manejable para la joven.
__ ¡Ahora atacaremos las tres
pero no al mismo tiempo! ¡Nos separaremos! ¡Primero tú, cómo es que te llamas! –Le
preguntó mi madre a la joven.
__ ¡Me llamo Azucena, Azucena………!
__ ¡Está bien Azucena, tú le golpearas
por detrás en las pantorrillas, fuerte, con todas tus fuerzas pensando que si
no lo haces así, todos estos hombres abusaran de tus hermanas, de tu madre, y
de ti, la vida te va en ello! ¿Me has comprendido? –Mi madre le preguntó
directamente.
__ ¡Sí, sí, sí, sí! – Le contestó
y cualquiera de las afirmaciones era más firme y enrabietada.
__ ¡Muy bien, eso es! ¡Tú Nena cuando
el desgraciado se dé la vuelta por el dolor, o se incline para saber qué pasa,
tú le encestas en el centro de la cabeza el madero, no te tengo que explicar lo
que significa que no falles!
__ ¡Si madre, lo sé, nos va la
vida! –Le contesté con seguridad.
__ ¡Entonces yo lo remataré en la
posición que se encuentre en ese momento! ¡Si cae al suelo, iremos cada una por
una parte de su cuerpo para rematarlo, cuidado con los brazos y los pies del infame
que nos puede atrapar! ¡Si está en el suelo Nena golpéale en su martes, en los huevos,
el pito, en todo, para que nunca más vuelva a cometer esta barbaridad, y tú
Azucena en el pecho y cuidado con las manos, yo me haré cargo de la cabeza para
que no vuelva a pensar más en estas cosas! ¿Entendieron bien?
__ ¡Sí! -- Las dos al unísono
respondimos.
__ ¡Ahora! –Dijo mi madre y nos
separamos.
Azucena fue por detrás con su madero
como le había indicado mi madre, pero antes de llegar su pie se encontró con un
piedra en el camino y rodó al suelo. La joven estaba temblando de miedo porque
no deseaba pasar nuevamente por lo que había pasado antes. El desgraciado
escuchó ruido y se giró, vio a la joven en el suelo y al ver que era menuda y no
significaba mayor peligro para él, sonrió y le dijo.
__ ¡Después voy a por ti……….!
Y sin más se giró y continuó con su
abominable acción como si no hubiese pasado absolutamente nada. Esto hizo que la
sangre de Azucena hirviese, porque sin pensárselo bien, se levantó del suelo y
fue como una loca gritando hacia el hombre enarbolando su madero. Mi madre
comprendió que el plan en estos momentos se había venido abajo, se persignó, me
hizo una seña para que la siguiese, y las dos al mismo tiempo, nos lanzamos
gritando como unas salvajes en dirección al violador.
Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
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