ROSA Y EL TAXISTA
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El parque estaba desolado. Algún
que otro transeúnte que lo utilizaba para acortar camino. Sus bancos recién comenzaban
a desperezarse del rocío de la noche anterior que en forma de diminutas gotas
bañaban sus húmedas maderas. Esta precisa mañana Rosa estaba radiante. En sus
ojos se podía vislumbrar un inocente brillo que la hacía sublime, armonizando con
su andar ágil y lleno de vida. Con toda seguridad no era la misma Rosa de antes,
la que semanas atrás esperaba a la salida de su casa, la triste y apagada Rosa
que daba la impresión que se movía porque el caprichoso viento la golpeaba por
la espalda. Esta Rosa era otra, segura, enérgica, vivaz, y sin lugar a dudas
llena de vida. Caminamos un buen tramo más por el paseo principal del parque, y
en un banco cualquiera Rosa decidió que era el momento de sentarnos.
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¿Te parece bien este? --me preguntó y sin decir palabra se lo confirmé con una
inclinación de cabeza-- ¡Hoy hace un día hermoso!
Me dijo y sacó de su bolso un diminuto
espejito que utilizó para contemplarse con insistencia.
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¡Estoy muy demacrada! –fueron sus palabras mirándose en el mismo.
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¡No lo creo Rosa! –este fue el momento de expresarle un alago, pero un molesto
nudo se atravesó en mi garganta-- ¡Creo que estás, estás, como siempre! --y tragué
en seco para salir del mal momento, pero no pude sostenerla por mucho tiempo--
¡Mentira Rosa, hoy tienes algo especial, por ejemplo, no eres la misma de la
semana anterior, estás, estás, muy hermosa Rosa!
Y sin pensármelo, porque si lo
llego a pensar no lo digo, continué diciéndole con la mirada fija en mis
zapatos, que estaba hermosa, bella, y atractiva como no la había contemplado en
meses.
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¡No digas mentira, estoy como siempre, eres lo que se dice todo un caballero, y
un buen amigo!
Un buen amigo. Este alago me dejó
algo turbado.
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¡Rosa siempre te he considerado como……..!
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¡Lo sé, como una hermana, lo sé!
Y mis esperanzas se
retorcieron sobre la hierba mojada para no continuar escuchando lo que
posiblemente estaba a punto de alcanzar mis oídos.
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¡Deseaba hablar contigo, porque eres la única persona que me comprendes, y haz
estado a mi lado de una u otra manera, y tú has sido importante para mí y mi
hija, pero tengo que tomar una decisión……!
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¡No deseas que continuemos dando un paseo!
No deseaba seguir
escuchándola, porque sus confesiones podían terminar en un desenlace que no me
gustaría imaginarme.
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¡Cómo eres mi amigo te hablaré claro, Ramón me ha pedido que vuelva con él, y
esta vez creo que ha cambiado sinceramente, cuando estuve en prisión le noté
que no era el mismo, me habló con el corazón y me dijo que extrañaba mucho a su
hijita, y si mantiene un buen comportamiento, y yo decido perdonarlo, puede que
salga en algunos meses más, estoy emocionada, y por esto deseaba hablar contigo
esta mañana!
Mi presentimiento se hizo
realidad, pero en esta ocasión no pensé en mí, me vino a la mente la pequeña,
todo los maltratos que ha sufrido para que la historia comience una vez más,
no, no puedo permitir que Rosa, como yo, siga soñando con imposibles, siendo mi
sueño un limpio e ingenuo amor, pero el de ella no, el sueño de Rosa consiste
en pretender que Ramón cambie, y esto aunque pueda ser pesimista con una
afirmación de esta magnitud, no lo alcanzará.
__
¡Rosa cuando vas a despertar y ver que Ramón es un hijo de puta, que no te
merece a ti y a tu hija!
Exploté, no podía más, y esta explosión
hizo que Rosa al escuchar mis palabras se parase del banco como un resorte que por
sorpresa fue liberado.
__
¡No te quiero escuchar, pensé que eras mi amigo, me voy! --y se puso en marcha,
a unos cincuenta metros de estar andando se giró-- ¡Y no me vuelvas a esperar a
la salida de mi casa, ya no eres mi amigo!
Mi cuerpo en el banco, mi piel sobre el rocío,
mis ilusiones encima de la recién comenzada mañana, y mis perdidas esperanzas,
se quedaron en el espacio esperando no sé qué.
Continuará………………….
fOTOS:
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