EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA
(Capítulo LXII)
El último desgraciado se había
internado bastante en el bosque. Al parecer deseaba estar seguro que disfrutaría
de la madre sin ser molestado por nadie. Esta escaramuza nos tenía a todas
agotadas, pero no podíamos desfallecer en estos momentos, había que salvar a la
madre y escapar lo más rápido que se pueda de esta situación, porque no sabemos
cómo reaccionarán estos hombres si llegaban a despertar de la paliza. Por el
momento sabíamos, menos el último, que los demás permanecían tendidos
inconscientes sobre la hierba.
En este viaje, descubrí a mi
verdadera madre, una mujer valiente y con mucho arrojo que se desafía a las mismas
dificultades, y lo hace de frente, porque es la mejor manera para hacerlo. La
historia de mi madre desde que se montó en aquel barco ha estado llena de
infortunios y situaciones embarazosas, por decirlo de alguna manera, pero esta,
que estoy viviendo con ella es de mucha gravedad, de vida o muerte, aunque
viajar por el mar en aquellas condiciones no fue una aventura sencilla.
__ ¿Todas tienen el madero? –preguntó
mi madre.
__ ¡¡Sí!! –respondieron las hijas
y yo en una sola voz.
__ ¡Ahora no tendremos un plan,
porque sabemos que la situación varía, le daré yo primero, y si no cae al suelo
vosotras entran en la acción! ¡Chicas no dejen de pegarle con fuerza, no tengo
que recordarles nuevamente que está en juego la vida de todas! ¡Vamos que
vuestra madre sufre!
El hombre dominaba a la mujer
contra la maleza. Él se encontraba encima de ella y la tenía sujeta por las
manos, porque no dejaba de intentar escapar de sus garras. Las vestiduras de la
madre habían desaparecido, su cuerpo desnudo mostraba heridas por la mayor
parte de su piel, y sus fuerzas comenzaban a desvanecerse, pero el infame
continuaba babeándose encima, lamiéndola, y violentando su intimidad.
Mi madre partió como una loca
corriendo, y dejó caer sobre la espalda del hombre con un ímpetu sobrenatural
toda la furia que contenía su ser. ¡Un sólido estacazo, en el centro de la
misma columna vertebral hizo que el madero saltase en varios pedazos!
__ ¡Te voy a matar miserable! –le
gritó mi madre, y con el resto del madero continuó golpeándole sobre la cabeza.
__ ¡Voy madre! –y me lancé sobre él.
La mayor y la hermana del medio al ver
mi reacción me siguieron, y las tres como posesas caímos por sorpresa sobre su
anatomía, que desde el último golpe de mi madre había soltado a la mujer y se
retorcía por el suelo. La madre se levantó como mejor pudo con su desnudez, y
sin pensárselo intentó agredirlo, pero su empeño fue lastimero. Como una loca más
comenzó a buscar algún objeto a su alrededor, y buscando y buscando se encontró
con una hermosa piedra. Sus dos manos la levantaron en el aire y en un solo
impulso se la incrustó en el cráneo al maligno.
Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
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