CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
ROSA Y EL TAXISTA
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Esa no fue la única ocasión en
que las puertas del balcón de Rosa se entreabrieron, no lo fue, pero sí fue la
que dejó en mí una huella profunda. ¿Qué fue lo que vi? ¡Pues vi a Ramón
fornicando con Rosa! ¡Sí, fue lo que vieron estos ojos que se cansaron de una
vez y por todas de la patética demostración de hombría por parte de este abominable
ser! Lo que vi no me gustó, y Rosa no debió permitirlo………., pero ha perdido la
cabeza por este hombre………, está enamorada, enfermizamente enamorada………….., y yo
no puedo hacer nada más………
Estas demostraciones abiertas
y en todas sus expresiones, continuaron durante una temporada como testimonio
de que él es el macho y ella su hembra, su propiedad privada; al menos sin
ninguna duda son las intenciones de Ramón. La pobre de Rosa se dejaba hacer
cualquier cosa que a él se le ocurriese.
Ramón salió de la cárcel como
mismo entró, siendo un hijo de p. Él no sentía ningún sentimiento profundo
hacia Rosa, solamente actuaba y se comportaba de manera desagradable. La poseía
y sometía cuando y las veces que le viniese en ganas; y ella, simplemente suplicaba
una caricia, un diminuto halago que nunca llegó. Por más que Rosa suplicó con
palabras y con su propio cuerpo, no fue escuchada por Ramón, que no hacía otra
cosa que jadear y lanzar carcajadas de burla al contemplarla en una posición engorrosa
que él mismo la había obligado a realizar. Con los días el espectáculo fue a
más y nuevamente este hombre perdió el control y tuvieron que intervenir
algunos vecinos, que estuvieron a punto de llamar a la policía. Esto me lo
contó mi abuela. Yo, hacía mucho, había dejado de salir al balcón.
Su balcón en línea recta se
encuentra frente al mío, separándonos solamente la calle, una estrecha calle de
un solo carril, por donde transitan pocos vehículos durante el día, pero muchos
transeúntes, porque esta vía se toma en realidad para cortar camino y salir a
una artería de mayor tránsito que se encuentra del otro lado, pasando el
edificio de Rosa. Lo que intento decir con esto es que no fui el único testigo de
las acciones sexuales de Ramón sobre Rosa, sobre todo en las noches, cuando la
habitación se iluminaba y se convertía en el centro del paseo. Vecinos y
extraños pusieron el grito en el cielo al levantar la mirada. Lo que sucedía no
era normal, pero menos aun el comportamiento de ella, que estaba dispuesta a permitir
cualquier vejación y maltrato sin ninguna consideración.
Por aquellos años me
encontraba enfrascado en mi carrera, y como las esperanzas con Rosas las di por
perdidas, pero no en referencia a que me correspondiese, sino que tomase de una
vez la decisión de terminar con Ramón, disidí marcharme a vivir por una
temporada a casa de unos amigos, que vivían cerca de la universidad; de esta
manera me alejé de Rosa, del camino hacia el autobús, y hasta del parque en la
que una vez perdí todas las ilusiones.
Continuará………………….
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