Inagotable Mujer
Entre
mis manos y junto a tus profundos cabellos
discurre
el fluir de tus olores.
Y
es el preciso instante en que deseo poseerte
sin
límites, hasta el confín de tu piel.
Mujer
que me trastornas las inquietudes
elévame
al igual que el intangible viento
que
de solo inventarlo enerva mis arterias y ramifica mis músculos.
Estas
frente a mí mujer
desnuda
como siempre lo has estado
y
no espero de mi lecho un majestuoso devenir
porque
ahora, en este instante
siento
amarte más allá de la propia palabra
de
su coherencia, y de su aparente inmunidad
en
esta transcendental mañana.
Mi
amor de ayer, de hoy, de siempre
espérame
donde tú sabes.
¡No
tan lejos ni tan cerca!
¡No
tan confeso ni tan comedido!
Espérame
allí, del otro lado de mis apetitos
en
el envés de mi corazón
en
la frontera de todas mis vicisitudes, o en la calma de mis demonios.
Ya
no esperó un milagro
arribó
con el empeño de mi alma a tu encuentro.
Estoy
junto a ti, estás junto a mí, de pie
con
el silencio en el pecho y algunas lágrimas en los labios.
Eterna
mujer liberadora de maldades
sostén
mis esperanzas con un solo verbo,
un
efímero y sutil verbo que se dispensa en cada caricia.
En
tus avideces viaja mi atormentado pensamiento
y
en un recodo de tu cuerpo se detiene,
me
mira, y continua hasta surcar tu vientre,
hasta
habitar tus más veladas intimidades.
Y
es cuando a pesar de las infinitas tempestades
me
aferro a tus pechos para que no me falte
el
horizonte de tus días, y la paz de tu boca.
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