"EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA"
CAPÍTULO LXV.
¡Una vez más estoy aquí, sí,
de vueltas de nada y de todo! Ya sé que ha pasado algún tiempo pero varias
razones me han separado de la escritura, sobre todo una de ellas. Y por mucho que
mi mano lo ha intentado, y mi cabeza, ambas, no han estado por la labor de llegar
a una concentración mínima para desear dejar letras sobre el papel. ¡No, no ha
sido la salud el motivo de mi ausencia a pesar de cada uno de los achaques que
siempre llevo a cuestas, han sido otros los motivos; pero con esta edad qué más
puedo pedir que no sea marcharme en calma y sin dejar cuentas pendientes sobre
la faz de esta tierra!
Aunque no lo parezca soy un
ser con altos y con bajos, es decir, con altibajos, o como le queréis llamar
vosotros, a mí me da igual la definición que le deis. ¡Sí mi queridos
nietecitos, la vida aún se me presenta con demasiadas complejidades para mis
años, y cuando esto sucede pierdo el norte, el sur, y, por supuesto el este con
el lejano oeste, porque la mayoría de los días se me hace un nudo más allá de
la garganta y no puedo dar ni un solo paso, me falta el aire, me bloqueo, y
siento que estoy cerca de perderme en la incongruencia de mi propia realidad, pero
a estas alturas nada puedo hacer para evitarlo. Muchas veces, demasiadas,
pienso si es correcto lo que he hecho hasta ahora, y la duda no deja de
rondarme a todas horas, y sinceramente no sé qué hacer. ¡Verán, estoy en estos
instantes escribiendo y las malditas “dudas” continúan a mí alrededor
agobiándome sin parar como golosas moscas sobre una almibarada tarta!
¡Ya lo sé, sí, no me lo tienen
que recordar, hablo demasiadas cosas quizás sin sentido para la mayoría de
vosotros, pero no lo puedo evitar y pido perdón! Llevo sobre mí un cúmulo de
sensaciones que continuamente se agolpan en mi pecho y la mayoría de las veces
no me dejan respirar porque me asfixian, me estrangulan. ¿De qué estoy
hablando? ¡Pues hablo del mundo, de los seres, las personas, las familias, las
no familias, de las apariencias, y de los perros y los gatos; de todas esas
cosas que sobreviven solapadamente para pretender pasar por entidades sin ánimo
de lucro habitando este planeta como un objeto, un ente, o un sentimiento más; aunque
no debería ser así, todos, o al menos un considerable porciento sabemos que no
es así, que detrás de una acción puede ocultarse una mala intención! Esta
tierra que pisamos está repleta de vicios, de lucubraciones, de malos propósitos
que se disimulan con alargadas sonrisas para alcanzar propósitos no confesos
que de una forma u otra nos hacen pasar por personas de “dudosa reputación”,
posiblemente con buena vestimenta pero mala saña en su interior. ¡Y sé de lo
que estoy hablando! Para no perderme en un disparate obsceno, o para no andar
con innecesarios rodeos, iré al grano como decía mi querida madre cuando las cosas
pasaban de “castaño oscuro” a “negro azabache”.
Desde hace unas
semanas la abuela Nena no ha dejado de sufrir, sobre todo un día, un
determinado día del mes pasado en que aparentemente se presentó el final. Un día,
el día en que una persona, una gran amiga, dejó de respirar, sus parpados cayeron,
terminaron por cerrarse, y su piel dejó de ser cálida como antaño lo era. Ese día
la abuela no fue ella, en realidad no era nada desde mucho antes, desde que la “mano”
o “las manos” malévolas del mal interpretado destino la enclaustraron en una cama
sin la menor opción de una réplica. ¡Desde ese día, ni un instante más, ni uno
menos, nada fue igual, o todo, dejó de ser lo que era antes! Esta amiga, mi
gran amiga, se marchó de este mal llamado mundo con los ojos tapados, pero no
por la piel de sus párpados, sino por el velo de la mentira, de la ignominia. Partió
porque no le quedó otro remedio, sin tener ni siquiera una respuesta, una frase
consoladora que le indicase la luz, y como es lógico, sin saber hacia dónde se
encaminaría su maltrecha conciencia y su olvidado cuerpo. Ella tuvo parte de
culpa en esta inconclusa historia, sí, la tuvo, porque vivió, o al menos intentó
sobrevivir en un espacio demasiado vigoroso para una indefensa personalidad que
se mantuvo casi siempre al margen de las situaciones.
Lo siento, profundamente lo
siento porque esta amiga no ha sido más que una víctima. Una víctima de su tiempo,
del entorno, de las apariencias, de las “agrupaciones familiares”, del ¿qué dirán?,
de su propia risa, del color de su pelo, de su bondad, de la perenne
ingenuidad, y sobre todo, de las “intenciones”, de esa persistente palabra que se
disimula entre variados vestuarios veraniegos y de invierno. Las intenciones,
las malditas intenciones sesgaron los años de mi amiga hasta trocarla en polvo.
¡Sí, un día determinado, posiblemente un día ya planeado, esas “intenciones”, esas
campechanas intenciones, llamaron a su puerta! Lo triste de todo es que ella,
nunca supo si eran buenas o malas las llamadas intenciones; pero yo sí lo sé, naturalmente
que lo sé, esas intenciones fueron, fueron, fueron, y son……., intencionadamente
falsas. ¡Y calló en la trampa!
__ ¡Buenos días…..! --dijo la Intención
nada más abrirse la puerta.
__ ¿Eres tú, qué haces aquí? ¡Es
una sorpresa, entra, no te quedes de pie ante la puerta, pasa! --y la Amiga lo
invitó a pasar.
__ ¡Pasaba por aquí y me dije,
voy a ver a la Amiga para saber cómo está, pero me marcho si estás ocupada! –profirió
entrecortada y cohibida la Intención.
__ ¿No, para nada? ¡Haré un buen
café, para brindar por tu llegada! ¡Vamos a la cocina! --y la Amiga lo tomó por
el brazo para que se sintiese en familia.
Esto es lo peor que se le
puede hacer a una Intención. Si a una Intención se le brinda un dedo, termina
por tomarse la mano, el cuerpo, y si la dejan, se apropia de las paredes, el
techo, los desperdicios domésticos, y de la mismísima constitución.
__ ¡Espera, haré yo el café, que
soy toda una especialista en esta prodigiosa infusión!
Y este fue el principio del
fin. La Intención llegó, entró, y se apoderó del presente y del pasado, porque
el futuro ya le pertenecía desde antes por extrañas elucubraciones.
Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
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