“SENTI-MIENTOS”
Cuando desperté en esta
ocasión
ya no era el mismo.
Los mismos ojos, sí, pero
el mirar no.
Un apacible lago dentro
de una desértica tierra
percibieron estos ojos.
Neblina sonrosada, incertidumbres,
apatía,
y lo más preocupante.
Un raudal de hombros encogidos
sobre afiladas piedras
vislumbré entre la
multitud de almas.
Grandes y pequeños
hombros que se dejaban llevar
sin sentido según batía
el viento.
¡Y no fui capaz de ver
más!
Cuando desperté mis
oídos ya no fueron
los mismos.
En ese lugar escuché de
más.
Encuentros y
desencuentros, versátiles reproches
edulcorados con
plañideros epítetos.
Pero sobre todo, preguntas,
preguntas que no llegaron
a poseer una respuesta.
¡Y no fui capaz de oír
más!
Cuando desperté
con un amargo gustillo
en la boca
las ideas no me supieron
igual.
Enfatizadas pero insípidas
ideas degusté en ese viaje.
Una sensación en la
boca del estómago
que me hizo perder el
apetito.
¡Y no fui capaz de diferenciar
los sabores!
Cuando desperté con las
manos heladas
intenté con una caricia
despejar la mañana
pero mi piel ya no
estaba.
Se había quedado del
otro lado
entre pesadillas y
recuerdos.
Lo deseé con todas mis
fuerzas.
¡Y no fui capaz de tocar
la realidad!
Cuando desperté
con la respiración
entre cortada
me llegó el aroma de maltratados
sudores
que me traje conmigo por
si el revivir se hacía inconfeso.
Fue cuando descubrí que
el olfato es una virtud
al alcance de pocos
privilegiados
y que las cosas hay que
husmearlas primero.
¡Y no fui capaz de
identificar el hedor!
Y ahora estoy perdido
sin sentidos ni
sentimientos
porque partí sin estar
y regresé sin venir.
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