" EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA "(Capítulo XXX)
------------------------------- EL MAR (EL comienzo)-------------------------------------------
El mar siempre lo he respetado.
Cuando estamos rodeados de agua todo es incalculable, y nosotros no somos más
que un pequeño punto en su hermosa inmensidad. En la época que les cuento el
mar era la única vía para unir y separar a la vez a la humanidad. Muchos
dejaron sus sueños y también sus cuerpos en sus profundidades. El mar tiene por
filosofía, que todo es de él, y que nada lo devuelve. Lo más triste es que
todavía hoy, muchos hombres, mujeres, ancianos y niños, dejan sin su voluntad
la vida en el mar para echar abajo las fronteras y encontrar una vida mejor.
¡Quisiera pensar que la mar es piadosa, y en sus aguas encontrarán la paz que
andaban buscando! ¡Esa es la mar, apasionada, un mundo aparte que siempre está
guerreando con la tierra para extender sus dominios, y alcanzar nuevos
territorios!
Mi padre y mi madre, sin
saberlo, decidieron por separado dejarse llevar por ella para conocer otros
espacios. La emigración de mis padres para nada fue económica. Con el tiempo
supe que en sus cabezas los sueños yacían, y eran más de uno. Mi padre, hombre
de campo, pero con ideas muy liberales, soñaba con viajar y conocer otras
culturas, costumbres, idiomas y todo lo que el mundo le brindara. Decía, que
sobre la tierra todo estaba, solamente había que tomarlo y sacarle el mejor
partido. ¡El conocer y el saber es gratuito! –Decía-- ¡Únicamente hay que estar
con la mente abierta y muy atenta a lo que el camino nos brinda! Creo que estaba
muy cercano a la sabiduría ¡Fueron sus sueños, pero antes, en el camino,
encontró muchas sorpresas!
En cambio mi madre tenía muchos
sueños, pero el primero, y el que hizo que tomara la mar para ir en busca de
él, fue el escenario. ¡Mi madre soñaba con ser actriz de una importante sala de
teatro! Lo que no tenia bien claro el rumbo que tomar para realizar sus
fantasías. Desde muy pequeña se inventaba personajes y transformaba
constantemente su imagen grácil y delicada. Como vivía en una ciudad
relativamente grande, cada día salía a la calle de una forma diferente, y así,
probar sus habilidades con la primera persona que se cruzara al andar. Una vez,
me contó, que decidió tomar la personalidad de una turista extranjera que
estaba de paso por la ciudad y necesitaba información para llegar a un determinado
lugar. Fue tanto el desorden que provocó, que terminó en la estación de la
policía por declamar un idioma algo sospechoso para la época. ¡Así era mi
madre, se motivaba todo el tiempo, y hacía de cada día algo especial! Hasta que
se dio cuenta que el escenario donde actuaba, se le había quedado pequeño y
necesitaba nuevos aíres.
El sentido de la emigración, no
importa el rumbo o la distancia, de alguna forma está relacionada con las
inquietudes de cada persona. El simple hecho de emigrar demuestra un
inconformismo con nuestro espacio, y el que lo lleve acabo, es porque la
esencia de su espíritu es libre y
necesita realizarse. El ser humano desde siempre emigró, y con el tiempo muchos
decidieron permanecer en el lugar y formar clanes, que con los siglos derivó en
pueblos, países, o naciones; otros, aún siguen en su peregrinación. Nadie es de
una tierra determina, la tierra es la misma, solamente dividida por los hombres
que se empeñaron en levantar fronteras para demostrar su poder ante los demás.
Estos hombres, o los anteriores, o los anteriores de los anteriores creyeron
ser los primeros en este precedente, pero antes llegaron los elementos y
comenzó la división. El mar, por algún motivo puso las reglas, y demostró, que
no somos más que una hebra en este complejo rompecabezas. ¡El mar en su
grandiosidad, hizo la primera división en este planeta! ¡El poder del mar! Seguramente
en esta inmensidad somos algo más que carne y huesos, y pertenecemos al
universo, porque la tierra es demasiado pequeña para tanta energía que
desprendemos. ¡Si me preguntan de dónde soy, contesto, soy del viento que me
trae y me lleva, del barro que piso, del agua espumosa y salada que sin querer
o queriendo, fue el cómplice del amor de mis padres! ¡Si! ¡Soy de ese mar que
me fraguó, y me condujo en esencia a través de sus aguas a una tierra que mucho
antes llegaron otros! ¡Un mar que tributo, y que mis padres no podrán olvidar
jamás!
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