"""" HISTORIAS ESPIRITUALES """" En busca de una respuesta (Capítulo II)
En la siguiente noche todo
regresó a la normalidad. El incidente del retrete y de la puerta del baño no se
volvió a repetir. Esto más que tranquilizarme me dejó una duda que no podía
despejar. Soy de la opinión, que cuando no encontramos respuesta a un suceso,
hay que dejar pasar los días para que el peso del tiempo encuentre la solución
y nos conduzca a una pista. ¡Efectivamente, al séptimo día me llegó un nuevo
acontecimiento! Llegué a casa bien entrada la madrugada, estaba algo cansado
porque estuve trabajando muchas horas, que es algo bien difícil para la época
en que vivimos, pero estoy a prueba y no puedo perder esta oportunidad. El
cuerpo y los sentidos estaban completamente embotados, y lo que más necesitaba
era un buen baño caliente, y perderme entre las aguas cálidas de mi estrecha
bañera descolorida.
Quedaban pocas horas para que
amaneciera y no tenía ninguna prisa por llegar a la cama, sabía que la mañana
me sorprendería y que el sueño llegaría de cualquier forma. Así que pensé que
lo más importante ahora era el baño, y lo dispuse todo para hacer de este
momento un verdadero placer. Una sonata en notas menores, Opus veintisiete de
Beethoven para que la mente y la piel encuentren la paz, la mejor recompensa
que deseaba. Dejé que la melodía se mezclara con el ambiente caldeado de la
habitación, y comencé a desnudarme sin ninguna prisa, dejando que el vapor
penetrase por cada uno de mis poros, y las notas del piano por todos los
espacios sensibles de mi piel.
En el estado que me encontraba
no descartaba la posibilidad de olvidarlo todo y abandonar el cuerpo desnudo
sumergido en el líquido acogedor y maternal. Al poner los pies dentro del agua
sentí un rubor que se apoderó de mi cuerpo invadiéndolo por completo. Me fui
dejando caer en el agua hasta introducir las nalgas por completo en el fondo de
la bañera. Quedó mi cuerpo en horizontal, sumergido en su totalidad. Solamente
la cara, los testículos y el pene quedaron al descubierto. Mis intimidades
flotaron en el pequeño mar de agua dulce, y la música fue el viento que
adormeció todo mi ser. ¡Estaba salvado! Dentro del agua toda la habitación se
hizo más grande y la pequeña bañera rompió los límites de su espacio y me llevó
a mis primeros años. No tuve voluntad para oponerme y plantarle resistencia. Comencé
un viaje sin materia, con los recuerdos y las emociones.
No se cuanto tiempo estuve
fuera de mi, pero cuando abrí los ojos todo estaba en penumbras y la música de
Beethoven había dejado de susurrarme al oído. La habitación completamente a oscuras y
por la ventana no entraba nada de luz. ¿Qué sensación más extraña? Estaba
desorientado, con el cuerpo en horizontal pero rígido. El agua no me dejaba
respirar, me aprisionaba cada vez más, hasta que mis pies y la cabeza comenzaron a helarse. Todo
mi ser permanecía sumergido en un líquido cada vez más pastoso. ¿Qué posibilidad
puede existir para pensar que todo esto no sea más que un sueño? ¡No sé porque
razón, pero me vino a la mente el incidente con el retrete y la puerta del
baño! ¡Este mismo baño que ahora me tiene prisionero!
Continuará.............................
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