"EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA"
(CAPÍTULO LXI)
Azucena la mayor, mi madre, y yo, tres,
éramos tres, y una vez más no podíamos fallar, por el bien de todas no podíamos
fallar. Al mismo tiempo debíamos enfrentarnos al agresor, aunque el plan de mi
madre se viniese a bajo. El hombre al escuchar los alaridos de la joven que
minutos antes se había caído al suelo con el madero en las manos, giró su
cabeza para saber qué era lo que le impedía continuar con lo que había
comenzado, y en ese instante, en el justo instante, la hija del medio, la que
estaba siendo agredida, comprendió que si su hermana estaba dispuesta a
enfrentarse a un hombre por ella, ella, no podía hacer menos por su hermana, y
sin que el agresor lo esperase se le prendió a su antebrazo con cada uno de sus
lozanos dientes. La hija del medio clavó con rabia su mandíbula en la carne del
violador, con demasiada rabia para sus cortos años de vida pero la clavó, y
esté como un lobo herido lanzó un aullido ensordecedor. Sin perder tiempo
cuando aún la cabeza del hombre estaba en su dirección, Azucena haciendo un
medio círculo del madero en el aíre se lo estampó en toda la cara, mi madre
llegó por el costado, no perdió tiempo, y su madero se encontró de lleno con la
oreja del hombre y la dejó desencajada y con toda seguridad retumbando entre
gritos y más gritos, la del medio no le soltaba el brazo, yo no había entrado
en escena, pero no podía fallar, me lancé como dijo mi madre, a lo que más le hiciese
daño, fui a los huevos, en realidad a sus partes, no lo sé, creo que a todo el
conjunto de su aborrecible entre piernas, a toda. Él presintió que la cosa se
estaba poniendo algo más que negra porque antes que mi madero llegase a sus
testículos intentó pararse, pero una segunda tanda de palos y mordidas se lo
impidieron, y entre una rodilla en tierra y la otra en el aire mi leño cayó
como una guillotina contra toda la piltrafa que tenía al descubierto. El hombre
gritó. Mi madre doblando el ritmo por encima de nosotras lo volvió a apalear
sin contemplación, esta vez fue a su nariz, y una, dos, tres, cuatro...........
Las dos rodillas del maltrecho agresor hincaron en el suelo. La hija mediana al
no tenerlo encima se levantó del suelo y se le arrojó encima, fue a por su
oreja y lo doblegó, la hermana mayor continuó golpeándolo, pero esta vez en el
centro de la cabeza. Yo me mantenía, como dijo mi madre en los huevos, que
literalmente los estaba moliendo a palos. Sus fuerzas fallaron y se desplomó inconsciente hasta caer de bruces en el suelo.
__ ¿Estás bien? –Le preguntó mi
madre a la del medio.
__ ¡Sí! –Le respondió y se abrazó
a su hermana.
__ ¡Falta un hijo de la
gran......no podemos perder tiempo porque no sabemos cómo lo estará pasando
vuestra madre! ¡Les pido que reunamos el resto de fuerza que nos quede para
terminar con esto de una vez y por todas! ¿Vamos?
__ ¡Vamos!
Todas al mismo
tiempo le respondimos a mi madre sin tomar resuello, y corrimos hacia donde el
bosquecillo era más espeso.
Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
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