"EL ELEGIDO"
PUBLICACIÓN: (Ocho)
No tuvo límites, recortó
ideas, sentimientos, propósitos, emociones. Recortó y volvió a recortar hasta
terminar cansado y extenuado; pero aun así, siguió recortando desaforadamente.
En uno de los recortes debía encontrar la verdad. Se repetía y repetía constantemente
que las tempestades hay que provocarlas. No es de titán esperar por el destino,
hay que salir a su encuentro. Y si el destino se niega hay que doblegarlo a la
fuerza hasta encontrar la verdad. La experiencia de los años había marcado su
postura, y la voz autoritaria del más allá le ordenaba en su interior recortar.
Pasaron los años, muchos y largos
años, pero para el Elegido la verdad no asomaba la cabeza. Envejeció de tanto
buscar, y en el fondo estaba cansado, deseaba dormir y dedicar el tiempo a
otros menesteres. No lo confesó, pero sabía que había fracasado en su intento.
Su cuerpo estaba algo más que mayor al igual que su pensamiento. El tiempo se
agotaba.
Una tarde, sentado en su
mecedora se miró las manos, las mismas que años atrás utilizó para imponer sus pensamientos,
unas manos secas y arrugadas. Y lo comprendió todo. Sin darse cuenta había
tocado con sus manos la verdad. ¡La verdad con su inteligencia le robó la
juventud! La verdad con traje fortuito lo había engañado. Su verdad nunca fue
real, no pudo demostrar la mínima validez.
Lo único que llegó a rozar sus manos fue el tiempo, la única prueba irrefutable
del hastío. El tiempo devenido en historia. Una historia que se cuenta con
aristas personales y llega al colmo de la sublimación. En el tiempo está la
historia y en ésta la verdad. El tiempo fue la única verdad, pero lo comprendió
demasiado tarde.
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