“VIAJE AL CENTRO DE MI ESTÓMAGO“
PUBLICACIÓN: (Dieciocho)
A los pocos minutos todos los
presentes que estaban esperando para ser consultados, comenzaron a contar el
motivo de su visita. La joven que estaba sentada al lado de mi amiga le explicó
su problema, y le dijo que no era la primera vez que asistía con el chamán. ¡Fue
cuando nos enteramos qué era un brujo, porque mi amiga y yo pensábamos que era
una pitonisa! Este adivinador o chamán, le comunicó que necesitaba más
encuentros para encontrar la solución. Según el chamán, los espíritus hablaron
y le comunicaron a la joven sobre una sorpresa que recibiría de un familiar muy
rico, una fabulosa herencia dentro de muy poco. La chica tuvo una duda
razonable, le intrigaba, que en su familia no habían familiares millonarios.
¡Ni vivos, ni muertos! ¡Todos eran simples trabajadores! ¡Quizá reciba alguna
sorpresa de un tío millonario de ultratumba, todo es posible! ¿Me pregunto qué
poderoso lazo de comunicación posee el brujo para predecir un dilema monetario?
Una chica de unos treinta y
algo de años había llegado a la menopausia antes de tiempo. La joven fue
primero a otro adivinador, y le dijo que dentro de su cuerpo estaba el espíritu
de un criminal perteneciente a su familia; y que este espíritu se había
enamorada de ella. Sintió miedo y para estar segura, viene por una segunda
opinión por si las moscas.
El consultorio se convirtió en una
completa locura. Al llevar varias horas en la habitación esperando, la
vergüenza se perdió, y todos comenzaron con sus historias y relatos. Comentaron
sus problemas y miedos. La señora que tenía a los dos hijos sin trabajo se giró
hacia mí y me preguntó sobre mi problema. ¡Hasta este momento estaba de lo
mejor! ¡Dichosa pregunta que me retorció el estómago! Con una sonrisa colgate
le dije a toda voz --¡Señora, estoy poseído por un espíritu estomacal!—Al
instante, todas las miradas se posaron en mi barriga, menos la de mi amiga, que
se puso las manos en la cara para ocultar la vergüenza.
¡¡Pobrecillo, tan
mayor!! Dijo la señora en un suspiro de condolencia, y seguidamente, sin
prestar más atención a mi caso, continuó con su conversación en el mismo punto
que la había dejado.
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