“LA GUERRA”
PUBLICACIÓN: (Doce)
Cada uno de los enseres de
cocina exigía a su parecer el oficio que más se ajustaba a sus necesidades y
estructura. El cuchillo de mesa no se conformaba con ser un simple elemento
dentro de un juego de vajilla. ¡No, él deseaba que realmente lo valoraran!
Deseaba la fama y salir en los titulares de los periódicos de mayor tirada --“¡En
la escena del crimen se encontró el cuchillo asesino!”-- ¡Tenía su objetivo
bien claro!
Por su parte la olla a presión
y la cafetera soñaban en una transformación total, ser instrumentos musicales;
porque su condición de emisores sonoros confirmaba el virtuosismo en esta
especialidad. ¡La una en flauta, la otra en trombón! El generalísimo no se
quedaba rezagado, su sueño era algo más sublime. ¡Se veía en Venecia penetrando
en sus aguas para desplazar la frágil góndola y conducir a los enamorados por
todo el canal! ¡Si, un remo! La espumadera deseaba ser especialista en pompas y
lograr una jabonadura única para que el mundo se diera cuenta de una vez y por
todas, que no todos sus huecos son iguales, y que hay mucha diferencia entre
ellos. Los tenedores deseaban crear una asociación sin “ánimo de lucro”. En
realidad no estaban unidos, porque más de la mitad deseaban bailar en compañías
reconocidas mundialmente. Los demás apoyaban sin “ánimo de lucro” ¡Se frotaban
las puntas pensando en la jugosa cantidad a lucrar! De cualquier manera, en la
clase tenedoril el consenso era una utopía. Unos reivindicaban que poseían manos, y otros pies ágiles y danzarines. Los
platos soperos reclamaban ser piscinas. Cada uno actuaba dependiendo de su
condición física y sus conocimientos obtenidos en noches de estudio cuando la
humanidad descansaba.
Pero el hombre ser supremo y
poderoso, en un abrir y cerrar de ojos puso fin a la sublevación con un golpe
de mano. ¡Todo rodó por el suelo! En unos minutos nada quedó en pie. El
alzamiento fue aniquilado victoriosamente y el enemigo encarcelado en la
encimera, y todos bajo la causa de criminales de guerra.
El día del juicio llegó y los
rebeldes fueron proclamados traidores a la nación, y obligados al exilio. Los
reclutaron a todos en una isla lejana habitada por animales inferiores.
El tiempo transcurrió y los
útiles de cocina se deterioraron hasta llegar a su descomposición. ¿Qué pasó
con el país? Su distribución geográfica no se localiza en los mapas.
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