CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO
-- 15 -- Rosa se marchó del parque, y mi estampa quedó junto a un banco del mismo con las esperanzas desmoronadas. Poco me importaba desde este momento, bien poco me importó el mundo y sus elementos. Solamente deseaba estar junto a Rosa, para protegerla, y demostrarle que mi sentimiento es noble y firme como cualquier arboleda en plena floración. No tuve fuerzas para llegar a la parada más cercana de autobús y continuar rumbo a la universidad, no la tuve, y mis piernas, mis brazos, mis anhelos, todo este ser atormentado se quedó literalmente consumido sobre la hierba del parque. La noche llegó y no fui consciente de ello. Me abandoné sin escatimar las horas y los minutos. La noche pasó y llegó la mañana, y mi cuerpo aún permanecía en el dichoso parque en que Rosa me dijo que volvería con Ramón. Desde el mismo instante en que me lo confesó poco me importó la vida, y no estoy mintiendo, lo juro p