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Mostrando entradas de mayo, 2014

CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO

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                                            CUALQUIER DÍA EN AL VIDA DE ALEJANDRO                                                         -- 6 --                  Pasó el tiempo. Y bien que pasó, aunque para Alejandro, para nuestro desecho amigo en cuerpo y alma, sencillamente se detuvo en la nada misma. Su lastimado cuerpo permanecía en una de las camas del hospital central, y su alma , su disipada alma , intentaba por todos los medios continuar al lado de su amada Diana, pero fue imposible, las cosas habían cambiado radicalmente; él ya no era el mismo, y ella, desde mucho antes, dejó de ser la esposa que él había imaginado.                    Muchas semanas, naturalmente fueron muchas, hasta que Alejandro logró comprender que su auto sin previo aviso voló por los cielos, giró en mil volteretas, se torció, y calló al vacío como una gran mole de desperdigadas piezas, y que en esa demencia, tuvo que ser rescatado entre la desecha chatarra. Está vez se salvó, pero

"CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO"

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                                                                           CUALQUIER DÍA EN LA VIDA DE ALEJANDRO                                                          -- 5 --                  ¡Siento sonidos, no, no son sonidos, es una melodía, la melodía, que no deja de taladrar mi cabeza! ¡Sí, ahora la recuerdo, es Andrea, naturalmente que es Andrea, Andrea Bocelli con su canción, nuestra canción, la que nunca dejamos de escuchar, ¿recuerdas su letra?, porque la melodía la llevo siempre conmigo, jamás la podré olvidar! ………”Siénteme, cariño mío, que la noche ya se acaba. Siénteme, ven aquí, entre mis manos nace el alba. No hagas caso al pasado, y la niebla se irá, estréchame fuerte entre tus brazos, y la vida volverá. Átame con tu cabello el alma, con tus olas ve bajando a mí, que yo soy el mar, tormenta y calma, que este escalofrió sentirás. Háblame. Abrázame. Mírame, hermosa luna. Somos hojas al viento, a las por el cielo azul. Llévame y vuelve a elevarme,

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                                                     CUALQUIER DÍA EN LA VIDA DE ALEJANDRO                                                           -- 4 --                  Dos manzanas más abajo recapacitó, y volvió al comienzo, a su calle. --¡Tendré una mayor pérdida si tomo el auto, no quiero saber nada de este lugar!-- Y dicho y hecho, Alejandro abrió la puerta de su auto, se sentó, lo puso en marcha, y partió sin rumbo conocido, con la intención de alejar cualquier pensamiento relacionado con su mujer; pero el pobre hombre no pudo, conducía con su mente embotada por las sensaciones vividas hace unos instantes. La imagen desnuda de Diana en la cama junto al mal nacido de su amigo Federico no se le borraba ni por una milésima de segundo de la cabeza. Conducía, miraba al frente, a la carretera, pero su esencia, todo su ser, se hallaba en la habitación, en el cuarto matrimonial donde sorprendió a su mujer junto al que consideraba su mejor amigo.                  S

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                                                                              CUALQUIER DÍA EN LA VIDA DE ALEJANDRO                                                          -- 3 --                  ¿Sería factible que en apenas unas horas el cuerpo de su mujer sufriese una metamorfosis de tal envergadura  que se pudiese comparar con el relato de Kafka? ¿Eso sería posible? Se cuestionaba Alejandro desde su desventajosa posición. Como era un hombre de reflexiones profundas debido a su delicado trabajo, en un instante infinitas ideas surcaron por su cabeza. Ideas locas, desesperadas ideas, ideas fantasiosas y hasta ideas ficticias, como de cine de ciencia ficción; pero ninguna de esas ideas fueron racionales, lógicas. No tuvo una sencilla idea, una idea normal que le indicase que lo que había tocado no era el cuerpo de su mujer, sino el cuerpo de un hombre, exactamente tocó un pecho plano y velludo; pero aun así, con lo desatinado de la situación se puso de pie posiblem

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                                                                      -- CUALQUIER DÍA EN LA VIDA DE ALEJANDRO --                                                               -- 2 --                  El regreso a la oficina fue mucho más corto que la no dilatada partida. El conductor salió de la autovía y entró en la ciudad en un suspiro. En menos de cuarenta minutos el micro-bus hizo su entrada en el aparcamiento de la sede. Al parecer Alejandro no era el único que deseaba dormir calentito, sus compañeros un tanto de lo mismo.  --¡A las oficinas, que si somos eficientes en un par de horas terminamos y todos a sus casas hasta el lunes!-- Dijo el jefe, y nuestro hombre y los demás, se movieron como hormigas locas en busca del ascensor.                  El teléfono. Fue lo primero que divisó Alejandro nada más entrar en la oficina, y de su cabeza un pensamiento brotó. --¡Llamaré a mi mujer para decirle que en unas horas estoy con ella, será la mejor de las sorpresas!-- Se