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Mostrando entradas de febrero, 2012

---- EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA --

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(Capítulo XXXVII)                                                                                                      Hoy estuve por el centro de la ciudad y no es la que conocí en mis años de juventud. En un principio no fue más que un modesto pueblo con ansias de expansión. Con el tiempo creció y alcanzó otra categoría. Posiblemente mis ojos no vean de la misma forma que hace cincuenta  años pero creo que la ciudad ha cambiado en todos sus aspectos. No les puedo decir si para bien o para mal, pero en su conjunto todo es diferente.                  Pensaran que esta vieja decrépita viene siempre con sus delirios y nos quiere convencer con sus palabras ya caducadas. ¡Puede ser, puede ser! ¡Pero sigo pensando que la ciudad no es la misma! Los viejos edificios como yo, se mantienen en pie para demostrar que el tiempo no ha pasado por sus cimientos y aún pueden ser útiles. Las mismas calles han perdido el olor de antaño que aún retengo en la memoria. Hablo de esos olores

---- UNA SIMPLE HEBRA --

                                  ¿ Saben lo que es una hebra? ¡Un tejido, que la mayoría de las veces soporta sin saberlo un peso demasiado grande a lo largo de incontables años! La frase, “mi vida depende de un hilo” es un portento de sabiduría. La vida se nos muestra como un abanico de posibilidades, es sólida como la caoba y a la vez tan frágil como la sutil hebra de algodón. Mi vida, la tuya, y la de todos, dependen de un delgado hilo que se balancea constantemente, esperando que el elefante de la vieja melodía no decida colgarse. Un solo chasquido de los dedos, es el tiempo suficiente para que una vida se corte, y también para que otra nueva germine.                  Pensaran qué tiene que ver toda esta incauta reflexión fuera de lugar, pues creo que mucho, porque la mayor parte del tiempo no somos conscientes de lo efímero que somos. Y cuando digo vida, hablo con todas las consecuencias posibles. La vida no solamente se interrumpe con la visita de la vieja dama de negro

ABSOLUTAMENTE TODO

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Todo es pequeño en relación a tu boca.   Todo es diferente si no te dejas ver por mi piel.                                                                       Todo pierde su luz cuando no estás presente.                                                                         Todo hasta la lluvia me deja de importar.                                                                       DISEÑO GRÁFICO: Mandy Blue.

------- LOCOS-------

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                                                                         -- V --                                   Todos estos  extendidos  años, estuve alimentándome y escuchando historias sacadas de la nada, imaginadas, inventadas posiblemente en el momento por el embustero del Chícharo. ¡Fue un engaño, un completo fraude para mis pocos años de vida! Posiblemente está sea una de las razones por la que todos le llaman “el loco”, porque va con un libro de medicina bajo el brazo, y lo que cuenta su boca nada tiene que ver con las páginas de su libro. Pensaba que había sido timado.                  Pasaron las semanas, los meses, no recuerdo muy bien, pero dejé de ir al parque para no encontrarme con el Chícharo. De alguna manera me sentí vulnerable. Yo era su más fiel e incondicional espectador. Le seguía cada sábado y domingo sin importarme el frío, la lluvia, o el calor. Siempre estuve detrás de los arbustos de la isla escuchando atentamente cada una de las historias fa

--- " LOCOS "----

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                   --- IV ---                         Mis visitas al parque continuaron. Solamente deseaba que mi corta vida siguiera funcionando como hasta ahora, y que mi madre, olvidara la conversación con el maestro porque se iba a volver loca. De cualquier forma seguí fiel a las historias del Chicharo, y a cada uno de los personajes que cada fin de semana  hacían  volar mi imaginación.                 Un sábado llegó, como siempre, con su hermoso libro bajo el brazo. Llegó vestido de príncipe, de príncipe de algún lejano país perdido entre las páginas de sus libros. De príncipe, pero a su manera, sin apenas protocolos establecidos, y etiquetas marcadas. Él solamente hizo su entrada en su pequeño pero soberano país, el parque.                 Sacó el pañuelo del bolsillo trasero del pantalón y lo agitó en el aire varias veces hasta dominarlo por completo, y en un movimiento perfecto, sacudió el banco del parque. Sin prisa, depositó sobre él, sus posaderas reales

" EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA " (Capítulo XXXVI)

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                              EL MAR (EL comienzo)                 Estoy aquí nuevamente y será por mucho tiempo. No lo olviden.                 Nos habíamos quedado en que mi madre, el médico, y mi padre, estaban junto al niño. El mar solamente escuchaba y el barco se dejaba llevar entre las aguas profundas del océano. El silencio en cubierta se hizo denso, y todos, los que dormían y los que no, hicieron un círculo alrededor de la madre y su hijo, para no perder detalle de lo que iba a suceder. Posiblemente esta era la primera vez que un doctor hacía el honor de mezclarse con los de cubierta.                  El médico dejó el maletín sobre el suelo y se acercó al niño y su madre. No fue necesario un examen profundo para saber que la situación era complicada. El pequeño tiritaba, los temblores dominaban todo su cuerpo, y su aspecto, estaba muy lejos de ser alentador. Después de tomarle la temperatura y de comprobar el ritmo de su corazón, sacó del maletín una pequeña bo

" EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA " ( CAPÍTULO XXXV )

                                                             “EL MAR “ (El comienzo)                 En esta ocasión no voy a dar rodeos porque la historia del niño y su madre, con los años que han pasado, aún la llevo entre mis más cercanos recuerdos, y no quiero dejar que caiga en el olvido por culpa de mis infinitos años. ¡Deseo que vosotros sean parte de ella!                 El sonido del metal hace milagros. Dos puertas antes de llegar al final del pasillo de los camarotes y a mano derecha, se escuchó una voz que se escapaba al exterior al pasar por el umbral de la misma: __ ¡Soy médico! ¿Quién necesita un médico?                 El milagro que esperaba mi madre se hizo realidad. El chocar de las monedas al viento, cual campanas redoblando llamando a misa, puso en alerta la conciencia pecadora del galeno que necesitaba ser confesada. Y que mejor confesión que acudir al llamado del metal.           __ ¿Es usted doctor?—le preguntó mi madre. __ ¡Sí señori