El mundo está dentro de poco al borde de un cambio. Esperemos que esta vez alguien escuche las diferentes voces que desde siempre están pidiendo un poco de esperanza y de paz. Si dejáramos de mirarnos cada uno de nosotros mismos como el centro del universo, las cosas fueran distintas. Si desde otro planeta fuéramos observados, seguramente se preguntarían por qué en ese planeta que en un tiempo llamaron tierra, están siempre enfrascado de forma continua en una guerra civil. Si nos miráramos desde el espacio, no seríamos más que diminutas hormigas sin dirección ni control. Olvidemos por un momento todos los prejuicios e intereses que han deformado al hombre moderno, y seamos una sola raza; por la que queremos salvar el planeta. Dejemos a un lado el color de la piel, los intereses y los credos. Cuando veo la cara de un poderoso, dueño absoluto de cada territorio, que solo busca su gloria personal y el cuidado de los intereses de un igual; siento entonces que nos han engañado con los manejados escritos sagrados, y que cada sacrificio que nos piden es la preparación para cuando lleguemos a donde tengamos que ir, sea aún mayor el dolor. Pero como buen creyente tengo fe, y espero que este planeta subdividido por parcelas, algún día deje las armas y los rencores y nos dedicáramos a construir.
SEGUNDO PREMIO EN LA MODALIDAD DE CUENTO EN EL X CERTAMEN LITERARIO INFANTE DON JUAN MANUEL
“ Agua Milagrosa ” La historia que les quiero contar aconteció hace muchos, pero muchos años, en uno de los más pintorescos y acogedores pueblecitos de la vieja castilla. Su nombre no es relevante, pero para que mi historia adquiera rango de credibilidad, lo aludiré, aunque con esto desvele un secreto que se ha mantenido oculto por algo más de cien años. En la muy ponderada Villa de Escalona, bordeada en uno de sus extremos por el pausado y cristalino río Alberche, vivió un boticario que tenía una hija, como se decía por aquellos tiempos, en edad de merecer, una hermosa y voluptuosa joven que había rebasado la adolescencia y se encontraba en ese fluctuante período, en que la mente pretende imponerse sin éxito sobre el cuerpo, para engañarlo con premeditación y alevosía, aunque el cuerpo, dueño de la situación, no deja lugar a dudas de su poderío
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