" LA MEJOR HORA PARA PROPORCIONARNOS UNA AUTO-SATISFACCIÓN "
(Capítulo VII)
LA MEDITACIÓN.
Con
el cuerpo listo de antemano entraremos en la meditación. La posición que
adoptemos para meditar debe ser la más favorable y armoniosa para la persona
que lo realice. Acostados boca arriba sobre el suelo(puede ser en interior o exterior), de pie, o en la posición
de flor de loto (esta última es algo más complicada si no se ha realizado
antes) cualquiera de ellas, sería un buen comienzo.
Pongamos el ejemplo de la posición tendidos sobre el suelo: Las piernas rectas, y los brazos extendidos en ángulo de 45º con la cadera. Las palmas de las manos colocadas hacia arriba dejando que los dedos encuentren una posición natural. La cabeza debe descansar placidamente junto con el cuello sin ningún tipo de presión. Cuando todo el cuerpo esté tendido sobre el suelo, cerraremos los ojos y terminaremos de encontrar el mejor acomodo.
Pongamos el ejemplo de la posición tendidos sobre el suelo: Las piernas rectas, y los brazos extendidos en ángulo de 45º con la cadera. Las palmas de las manos colocadas hacia arriba dejando que los dedos encuentren una posición natural. La cabeza debe descansar placidamente junto con el cuello sin ningún tipo de presión. Cuando todo el cuerpo esté tendido sobre el suelo, cerraremos los ojos y terminaremos de encontrar el mejor acomodo.
Empezaremos con la respiración. Tomaremos lentamente el aire por la
nariz contando hasta 4, y lo retendremos en 7, para después expulsarlo en 4 por
la boca. En la primera inhalación, posiblemente el tórax se extienda hasta
levantar los hombros, no sería correcto. Debemos controlar la respiración sin
hacer ningún movimiento brusco. El aire
debe entrar a los pulmones pausadamente y de la misma forma salir. Esta
respiración se repetirá las veces necesarias hasta que el simple hecho de
respirar sea imperceptible, pero consciente. Llegaremos a la concentración por
medio de la respiración. Normalmente no tenemos en cuenta la respiración, es
una acción inconsciente que realizamos durante todos los días de ésta nuestra
existencia. Con este ejercicio lograremos una compenetración física y
espiritual con nuestra maquinaria corporal. Cuando lo controlemos, pasaremos a
un conteo mayor, 12-7-12, y así, hasta alcanzar una mayor capacidad pulmonar.
Los primeros ejercicios respiratorios pueden producir algún mareo, pero es
normal, porque los pulmones están tomando una mayor cantidad de concentración
de oxígeno a la que no estaban acostumbrados. Los pulmones son como nuestro
cerebro, ninguno de los dos es explotado en su totalidad. Cada uno nos brinda amplias posibilidades.
Siempre
el número (el conteo) al tomar y expulsar el aire debe ser el mismo; pero en
todo caso lo mejor será concentrarse por ahora en uno solo (12-7-12 no está
mal).
Hay
que visualizar el aire entrando lentamente por la nariz, y sentirlo en su
recorrido, hasta llegar a los pulmones y expandirlo sin ningún esfuerzo. Una
vez allí, retenerlo, sin sentir que en la garganta se forma un nudo (la glotis
debe estar relajada). Al soltar el aire por la boca, en cada conteo,
liberaremos junto con él, todo lo negativo que el cuerpo y la mente absorbió
durante el día. De esta forma, inconscientemente, entraremos en un estado de
concentración ideal para continuar el ejercicio. Posiblemente la primera vez se
sentirán algo defraudados, pero es como todo, con la continuidad y persistencia
se puede llegar a la perfección, y de aquí, al virtuosismo; es lo que
queremos lograr para llegar a una placentera auto-satisfacción. Hasta que no
controlemos la respiración, no pasaremos al siguiente objetivo. Las cosas hay
que hacerlas bien desde el comienzo, porque sino, seremos una copia más.
Después de esta respiración “consciente”,
el siguiente paso será el cuerpo, que lo trataremos en el próximo capítulo.
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