¡EL PRIMER AMOR DE LA ABUELA NENA!




(CAPÍTULO LIII)
                 Lo que sucedió en las siguientes semana seguramente no se lo podrán imaginar mis queridos nietos. Una mañana al levantarme para ir al colegio a dar mis clases, fuimos conscientes de que las cosas no serían como antes; había comenzado la locura. ¡Estalló la guerra! ¡La cruda, y lo sigo pensando después de tantos años, y absurda guerra que nos cercenó las esperanzas! Salí de casa en dirección al tranvía, pero al llegar a la esquina, una barrera de sacos de arena me impidió el paso. Giré, cambié de calle y fui en dirección a la plaza central.
                 La monotonía de siempre desapareció de la ciudad. Las personas corrían de un lugar a otro como hormigas perturbadas sin saber hacía dónde se dirigían. El caos y el descontrol se adueñaron del país. Una cosa me llamó la atención, en las calles además de algún perro hambriento y desorientado las únicas personas que deambulaban de un lado a otro eran del sexo femenino. ¡Una ciudad de mujeres, de niñas y ancianas! ¡Los hombres partieron al frente, muchos por propia voluntad, pero también muchos obligados y en nombre de una patria que les exigía un comportamiento honorable! ¡Los niños (varones) fueron ocultados por sus madres por si en algún momento los guerristas perdían  completamente la cabeza!
                 Como es de suponer los  tranvías quedaron olvidados en su recorrido. La mayoría de los hombres como mi caballero y mi padre, habían partido desde antes para presentarse a sus superiores. Los menos, como los conductores de tranvías y los ancianos, quedaron hasta que el conflicto se hubiera consumado. Por esta razón quedé de pie ante un tranvía pensando si alguna vez volvería a montarme en uno. Mis alumnos quedaron sin su profesora. Las escuelas cerraron. Los comercios también. El viejo carbonero con su cansada mula se marchó y dejó las casas de la vecindad sin el elemento fundamental para transformar los necesarios alimentos. En mis oídos un zumbido paralizó mis movimientos. Comenzaba a tener conocimiento del amenazador futuro que se nos venía encima.
__ ¡El primer día de guerra! ¡Estoy detenida como el tranvía que tengo ante mis ojos! ¿No me puedo mover? ¡Mis músculos se niegan a continuar en alguna dirección! ¡Estoy perdida en mis pensamientos! ¡Es la primera vez en mi vida que por mi cabeza no pasa nada! ¡Absolutamente ningún sentimiento! ¡Ni bueno ni malo! ¡Entre los raíles del tranvía y los fríos adoquines están mis pies sin saber el próximo paso a dar! ¡El aíre es caliente! ¡Las nubes están cambiando de color! ¡Creo que esta vez la noche llegará antes!         

Continuará...........................
DISEÑO GRÁFICO: MANDY BLUEE.
                    

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