CONFESIONES DESDE EL TÁLAMO

                                                 

               Rosa y el Taxista

                                                         -- 19 --

                  El agente continuó con sus preguntas.
__ ¡Vengo de la universidad agente, he tenido un examen, una tragedia griega……..y no sé lo que está sucediendo…….debo saber si mi amiga Rosa está bien!
                 Cada palabra que pronunciaba el agente la anotaba en su cuaderno.
__ ¡Tenía alguna relación con………!
__ ¿Tenía, agente, tenía es pasado, de que me está hablando, quién ha muerto,………..se lo pido por favor?
__ ¡Ciudadano, usted nada más escuche y responda, soy yo quien hace las preguntas! ¿Tenía alguna relación con sus vecinos?
__ ¡Sí, naturalmente, son mis vecinos, y Rosa y la niña son…..no sé cómo decírselo, son…….muy, las queremos mucho……..para nosotros…….!
__ ¿Quiénes son “nosotros” ciudadano? –preguntó el agente algo molesto.
__ ¡Es decir agente, para mi abuela y para mí! ¡Mi abuela ha cuidado mucho tiempo a la pequeña, y Rosa es mí……! –las palabras se me agolpaban en el pecho pero estaban reacias a salir de mi garganta.
__ ¿Es su qué? –preguntó el agente con firmeza.
__ ¡Es mi…..amiga, mi amiga desde que éramos niños agente!
__ ¿Su amiga? ¿Nada más que su amiga? –el hombre insistía con malicia.
__ ¡Sí, mi amiga agente! ¡Si me pregunta si hemos sido novios, no, no hemos sido novios! ¡El amor de Rosa siempre ha sido Ramón, pero él es un hijo de puta que no se merece……..!
                 Esta vez me fue imposible contener la rabia acumulada durante todos estos años en referencia a Ramón, a este desgraciado que solamente ha hecho de la vida de Rosa un calvario. Sí, el “hijo de la gran puta” que siempre ha tenido en sus manos la juventud, la inocencia, el candor, las ilusiones, las esperanzas, y la propia vida de la infeliz de Rosa, una mujer destrozada y perdida en el infinito de las dudas. Una mujer  repleta de malos recuerdos, de lesiones por todo el cuerpo, y de culpabilidad. Una mujer perdida para siempre, y que seguramente jamás se encontrará.
__ ¡Lo que usted está diciendo ciudadano es……….!
                 El agente no terminó la frase porque el grupo de policías que se encontraba en los bajos de la casa de Rosa corrieron en dirección a la puerta de entrada. Algo estaba pasando.
__ ¡Ciudadano, entre en su casa, cualquier cosa lo llamaremos! ¡Manténgase comunicado……!
__ ¡Pero agente que es lo que………!
__ ¡Haga lo que le digo y nada más! ¡Entré!
                 De un golpe me introdujo en mi propia casa y salió corriendo. Cruzó la calle, y se encaminó hacia donde estaban sus compañeros.
                 Yo no podía hacer nada, así que decidí subir las escaleras lo más rápido que pude y desde mi balcón observar la casa de Rosa. Los policías no podían controlar todos los ventanales, puertas y balcones del barrio; así que desde la sombra, oculto detrás de las persianas de mi balcón, abrí lo más que pude los ojos y esperé. Esperé lo peor.
                 Un grupo de policías hicieron un cordón alrededor de la entrada de la casa de Rosa. Intentaron con sábanas ocultar la escena, pero desde mi posición en las alturas, apreciaba los primeros escalones que daban acceso a la casa de Rosa sin ninguna dificultad.
                 ………¡Veo a un hombre del personal médico que está bajando las escaleras de espaldas, y en las manos lleva………..una camilla, Dios, es verdad, una camilla, y en una camilla solamente llevan a un enfermo o a una persona,……..¿muera?.………! ¡Lo sabía, lo sabía, sabía que esto no terminaría bien! ¡Rosa, no…………..!
                 Sobre la camilla un cuerpo, un cuerpo tapado con una manta blanca. Un voluminoso y extenso cuerpo. ¿Es un voluminoso y……..? ¡Entonces no puede ser Rosa, porque ella es menuda y más bien pequeña!


  Continuará………………….
fotos: ara.


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