“ VIAJE AL CENTRO DE MI ESTÓMAGO “



PUBLICACIÓN: (Veinte)

                Dentro de la consulta todo estaba en calma. En el centro de la habitación y sentado en el suelo, permanecía el chamán completamente relajado. El anciano removía en sus manos unos caracoles --¡No diga nada, dentro de poco todo se sabrá!-- Fue lo que me dijo nada más verme al mismo tiempo que frotaba los caracoles. Estaba descalzo, y de su cuello colgaba un crucifijo amarrado a un cordón de cuero. Con un movimiento muy elegante abrió las manos al viento y cayeron. ¡No podía creerlo, por el suelo rodaron unas piedras verdes de diferentes tamaños! ¿Dónde estaban los caracoles? ¿Me habré equivocado? ¡No puede ser, vi una cosa y pensé en otra! ¡Posiblemente el mal rato que pasé fuera me ha trastornado, pero hubiera jurado............! Sin que se diera cuenta de mi curiosidad comencé a contar las piedras en silencio; una, dos, tres cuatro. --¡No se moleste, son treinta y tres!-- ¡Que hombre para ponerlo a uno en apuros y sudando! ¡Para que no me lea el pensamiento mejor no pienso!
                Las piedras se diferencian por su tamaño, pero en general son más bien pequeñas. Todas de forma redondeadas. ¿Por qué serán treinta y tres? ¡Qué horror, he pensado para mi interior! Ahora me dirá son “treinta y tres porque las piedras.....” ¡No habló, se quedó callado mientras ordenaba con paciencia cada una de las piedras! Yo sentía que su energía sostenía mi cuerpo. --¡No te apures, que todo llega alguna vez!—Lo dijo con un tono alegre, al mismo tiempo que en sus ojos se podía apreciar la sinceridad. Colocó las piedras en una vasija de barro, cerró los ojos, y comenzó a murmurar sonidos entre cortados. Aparentaba paz y seguridad en cada movimiento, y yo, me sentía que empezaba a confiar.

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