"EL CANTANTE"


PUBLICACIÓN:(Setenta y seis)

                    El sonido del mar es un coro polifónico que invita al sueño. El movimiento constante de las olas contra los arrecifes ha dejado de ser un remanso de paz. El agua se agita y se mezcla, se levanta y espumea. Chocan las olas unas con otras, y millones de gotas se dispersan en el aire. ¡Una y otra vez se repite, y una y otra vez vuelven a chocar! ¡Con la misma precisión métrica de una melodía bien interpretada! El agua del mar está endiablada. El tiempo está cambiando y Juan Benito no sabe qué hacer.
                Siguió la línea interminable de los arrecifes con la mano dentro del bolsillo del saco, sosteniendo con fuerza la estampita. El puño cerrado y dentro la imagen del desconocido santo. Su cabeza está como el tiempo, las ideas han desaparecido y su pensamiento nublado. Una imagen fija lo alentaba para continuar caminando entre los arrecifes en punta, como dientes de perros. ¡Ahora era una cuestión obligatoria encontrarse con Yna Sumac! ¡Debe salvar su alma!
                Cerca está el acantilado. Sintió el amanecer detrás de las nubes. A lo lejos una figura contempla el horizonte, es una mujer. La estampita no puede respirar dentro de su mano, pero Juan insiste en presionar aún más. Las uñas penetran en la carne y Juan disfruta. La mujer lleva un cigarrillo en la mano y en la otra una copa. Está contemplando el mar. Juan está a pocos metros. ¡Quiere verla de frente para decirle que lo ha defraudado, que es una mentira, y que su alma y su cuerpo están en pecado mortal!

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