“VIAJE AL CENTRO DE MI ESTÓMAGO”
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(Veintisiete)
Creo que me equivoco. El efecto
de mis palabras fue más devastador, que la acción de cualquier tormenta
eléctrica. Los comuneros, como se hacían llamar entre ellos, me miraron de una
forma poco inusual. Los niños asustados se refugiaron bajo las faldas y los
pies de sus madres. Tal parecía que habían visto un ser resucitado. Los rostros
de las mujeres expresaban contradicciones. Entre sorpresa y esperanza.
La reacción del hombre de la
subasta fue bien clara. Quedó sorprendido ante un suceso fuera de su control.
¡Estoy seguro que su estructura esquemática se vio resentida! La reacción que
tuve fue involuntaria, no lo pensé, y lancé mi oferta. Creo que me indujo esta
psicosis-alimenticia. Nuevamente el dolor regresó, pero con mayor fuerza y
hambre.
Al escuchar cada oferta lanzada
no podía controlar este mal que llevo dentro de mí. ¿Tendrá razón el chamán?
¡Cada vez que regresan los dolores los puedo dominar menos! Mi estómago es un
tren que se desliza por mi cuerpo sin conductor y sin itinerario. Nada lo
detiene. ¿Quién sabe si mi estómago fue el que tomó la decisión? ¡Tengo hambre,
mucha hambre! ¡Pensándolo mejor, me libro de esta condena que tengo por dentro!
¡De esta enfermedad que me tortura! Por otra parte qué podía ofrecer para
saciar la hambruna que tengo. Lo primero que me vino a la mente fue el
condenado estómago de mierda. ¡Creo que es un cambio justo! ¡Cada uno ofrece lo
que posee! En mi caso ofrezco un órgano que de poco me sirve, y a cambio
obtengo lo que necesito.
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