“EL RETRATO”
PUBLICACIÓN:(Noventa y
tres)
El estampido del mar
sobre el barco lo debilitó. El barco crujía como la madera cuando se astilla.
De la misma forma crujía la garganta de Fermín pidiendo socorro. El agua llegaba
a los pies del joven. Estaba seguro que lo habían abandonado a su suerte. Iba a
morir como lo llamó el marinero. Ahogado como una rata atrapada en una
ratonera. Fermín mantuvo sobre su espalda el saco con los zapatos del capitán. ¡En
ningún momento pensó en abandonarlos!
El nivel del agua siguió
subiendo hasta llegar a la altura del pecho de Fermín. Con una mano sostuvo en
lo alto el saco con los zapatos y con la otra se aferró a uno de los listones
de la puerta. Su mano rozó la cuerda que el marinero puso para clausurar la
puerta. ¡Las rayas! ¡Hermosas rayas talladas! Le vino a la mente su navaja, su
fiel amiga que siempre lo acompañaba. La sacó del bolsillo de su pantalón, y a
todo ritmo comenzó a serrar la cuerda. Su brazo estaba agotado, pero entrenado
después de una noche frotando sin par.
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