“EL RETRATO”
PUBLICACIÓN:(Noventa y
dos)
El marino no llegó en la
siguiente ronda. Y por la boca de la entrada a la bodega, en lo alto, una
cascada de agua fluía escaleras abajo. Lo primero que pensó Fermín fue en los
zapatos. Estuvo toda la noche frotándolos para que ahora se llenaran de agua.
¡El capitán lo colgaría antes de tiempo! Tomó el saco y los metió con cuidado
dentro. No era la mejor idea, porque pensaba que entre ellos se podían golpear,
pero no había otra solución si el agua seguía entrando a la bodega.
Se colocó el saco en la espalda
y miró hacía arriba. El agua cubría toda la parte baja de la bodega. El
marinero no estaba, y Fermín pensó que posiblemente el capitán cambió de
opinión, y más tarde vendría solamente a por los zapatos; pero el agua
continuaba entrando con más fuerza por la boca de la bodega --¿Qué está
pasando?—El joven Fermín se devanaba la cabeza, hasta que un torrente de agua
lo lanzó por los aires. Ahora Fermín supo que estaba en dificultad.
Se incorporó como pudo sin
dejar el saco con los zapatos y comenzó a gritar --¡Estoy aquí, ayúdenme! ¡Le
he limpiado todos los zapatos al capitán! ¡Ayúdenme por favor! ¡Si no me sacan
se mojaran los zapatos de su capitán!— No recibió respuesta. Como pudo subió
las escaleras hasta llegar a los barrotes de madera de la puerta y continuó
gritando --¡Soy el limpiabotas del capitán! ¡Estoy aquí en la bodega! ¡Sáquenme
por favor! ¡No quiero morir!—El barco comenzó a dar bandazos de un extremo a otro hasta el punto de no poder mantener el
equilibrio. Trató de meter la cabeza por los barrotes pero era imposible. A lo
lejos vio un marinero echando un bote al mar. Llegaron otros, y otros, y muchos
más. Fermín gritaba pidiendo ayuda, pero sus palabras se perdían en la nada.
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