“EL RETRATO
PUBLICACIÓN:(Ochenta y
siete)
Las altas temperaturas
descendían en la noche. ¡Fermín sintió frío! Llevaba encima una camisa gastada
y roída, la única que poseía. Sus pantalones a media pantorrilla con los bajos
descocidos y gastados. Unos zapatos que nunca fueron de domingo. Y en el
bolsillo del pantalón su navaja, la compañera que hacía las rayuelas. Nada más
llevaba encima. En la bodega del barco quedó una manta que pudo subir a bordo,
y que utilizaba para resguardarse cuando bajaban las temperaturas. Eran sus únicas
posesiones.
El capitán estaba encerrado en
su camarote. El marino dio un toque en la puerta pero no recibió respuesta.
Esperó unos segundos y volvió a la carga. ¡Nada! Sacó el cuchillo que llevaba
enfundado en la cintura, y con el mango, golpeó nuevamente una y otra vez con
más fuerza en la puerta. ¡Un rugido estremeció el pasillo!
__ ¿Quién llama a estas
horas?
__ ¡Perdone mi capitán!
¡Soy yo, el marinero que está de guardia! –No sabía que responder el lobo de
mar que ahora parecía un mimoso gatito:
__ ¿Qué quieres
estúpido? –Resopló el capitán.
__ ¡Mi capitán, usted
perdone! ¡Estaba haciendo mi guardia como de costumbre
y................................!
__ ¡Al grano marinero!
¡Al grano!
__ ¡Sí mi capitán! ¡Sabe
que siempre estoy con los ojos abiertos por............!
__ ¡Si no me dice ahora
mismo lo que quiere, juro que le corto el pescuezo como a un pollo!
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