“El CANTANTE”
PUBLICACIÓN:(Sesenta y
dos)
En verdad era
impresionante su figura. En la cantante había una belleza fuera de lo normal.
Su imagen llenaba el escenario. Y su voz paralizaba el silencio. Antes de mover
los labios ya cantaba. Sus movimientos eran pausados al andar, dejando tras de
sí una sombra de interrogantes. No eran únicamente los efluvios que se
desprendían de su rostro, o sus condiciones histriónicas, no, era la totalidad
de la soprano.
Su fuerza escénica se podía
comparar con un encantador de serpiente. Que embeleza al animal y lo deja
desamparado. ¿Qué podía encerrar esta mujer? ¿Con qué sortilegio colmaba la
sala de quietud? ¡Bien podía ser un ángel extraviado del cielo! Fue lo que
llegó a pensar Juan Benito.
La sala permanecía en silencio.
Y nuestro amigo no pestañaba para no perderse un solo detalle, por muy pequeño
que este fuera. La cabeza de Juan iba de un lado a otro siguiendo a los
actores. Dejaba parte de su vida en cada minuto. Aunque su objetivo se
concentraba fundamentalmente en dicha cantante. En este momento se prometió no
perderse ninguna de las funciones que quedaban. Y si fuera necesario, dormiría
a las puertas del teatro para ser el primero en comprar la entrada. El
siguiente sería pedirle a Yma Sumac un autógrafo.
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