“EL CANTANTE”
PUBLICACIÓN:(Sesenta y
uno)
El teatro estaba completamente
lleno. La oportunidad de presenciar una actuación en directo de una compañía
extranjera era escasa no solamente para Juan Benito. En contadas ocasiones se
hacía realidad un sueño como este. ¡Juan estaba radiante por la compañía, el
repertorio, y por Yma Sumac; su soprano
dramática preferida! Para decir verdad era un amante no sólo de la ópera, también de la opereta, la
zarzuela, y de todo género que
intervenga el cantado.
La emoción de Juan Benito no
tenía límites. Estaba en un paroxismo tal que se veía en el papel de Tristán.
¿Cómo le hubiera gustado compartir el escenario con Yma haciendo de Isolda? Al
levantarse el telón comenzó a aplaudir al tiempo que gritaba --¡Bravo,
bravo!—En un instante el centro de atención fue él, pero enseguida las miradas
lo llevaron a la cordura. Un ser que siente el canto desde lo más profundo de
sus entrañas, no puede permanecer tranquilo ante su primera oportunidad en
directo. Después de todo, él no estaba en el escenario.
La orquesta comenzó con los
primeros acordes. Pensó que soñaba y que en un momento a otro despertaría. El
decorado, el vestuario, la composición escénica, la disposición de los actores
sobre las tablas, las luces que daban un ambiente especial en la trama, hasta
el director de la orquesta, le parecieron a Juan una alucinación. ¡Esto fue nada más que el comienzo!
¡Cuando entró Yma Sumac su mandíbula inferior se desprendió de la superior sin
previo aviso!
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